VUÉLVEME A QUERER.

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CAPITULO 7

La fricción de su rodilla contra la zona sensible de su entrepierna le hizo jadear.

Él bajó la mano, y deslizó despacio los dedos por debajo del borde de encaje de sus braguitas, retiró la tela, y acarició el calor dulce y húmedo. La delicada tortura transportó a Defne al límite del placer, y más allá. Todos los músculos de su abdomen se contrajeron al unísono y se derritió.

-Tan húmeda, tan ardiente... como siempre lo imaginé. ¿Me deseas... a mí?

-Te...deseo, por favor -jadeó.

Omer no perdió tiempo, la tomó entre sus brazos y se dirigió al lugar donde debían estar... la cama.

Cuando llegó a la habitación, la depositó sobre la cama, quedándose él de pie, observándola.

Paseó la mirada con avidez por los contornos esbeltos de su cuerpo casi desnudo. Las escasas prendas de encaje que se estiraban por debajo de sus senos, y en sus muslos hacían que pareciera más desnuda, más suya.

Luchó con el poco autocontrol que le quedaba para subyugar el deseo primitivo de poseerla, que mantenía en tensión todos los nervios y tendones de su cuerpo. La lentitud y la suavidad tenían su lugar, pero no era aquel el momento. Al mismo tiempo, no quería echarlo todo a perder con las prisas. Contempló con mirada ardiente y codiciosa el ascenso y descenso de aquellos senos deliciosamente redondos, de pezones sonrosados.

Colocándose entre sus piernas, empezó a besar cada centímetro de su cara y luego, con la lengua, empezó a trazar un sendero desde su cuello hasta llegar a sus senos.

Con su lengua, tocó despacio el lado de un seno, antes de que sus ávidos labios tomaran posesión del pezón henchido y sonrosado. La cabeza morena de él sobre la piel blanca de su pecho, era la imagen más erótica que había visto jamás. Ella gritó cuando él le lamió un pezón, y lo torturó con los labios.

Defne permaneció envuelta en una deliciosa nebulosa sensual hasta que los centros de placer de su cerebro se sobrecargaron. Se aferró con frenesí a la piel de la espalda de Omer, y dejó marcas rojas con las uñas al bajar las manos a la carne firme de sus glúteos.

Y más abajo.

Una ola de calor recorrió su cuerpo una ola que se convirtió en un incendio entre sus piernas. Su sexo se endureció enseguida. Había esperado años, para disfrutar de aquella mujer a la que había amado con toda su alma.

Cerró los ojos, dejando que sus sentidos disfrutaran de aquella sensación, mientras respiraba la fragancia de su perfume mezclada con su deseo. La tomó por los hombros y la obligó a incorporarse.

-Siéntate encima de mí. – le pidió.

Cuando ella obedeció a su petición, acarició uno de sus pechos con la mano, midiendo la forma y el peso mientras hacía círculos con el dedo sobre el pezón.

Ella se inclinó un poco hacia él, rozando su torso con sus pechos desnudos.

-Deja que te haga el amor a mi manera.

-La próxima vez puedes hacerme el amor como quieras. Quiero estar dentro de ti, cariño. – le rogó él

Aunque ella deseaba tenerlo dentro, tan dentro que la hiciera sollozar de placer, tan dentro que dejaran de existir como dos personas y se convirtieran en una sola, primero quería recorrer su cuerpo con su boca, con sus labios, tal como lo había hecho muchas veces en sus sueños.

-Por favor, no me hagas suplicarte, cariño - insistió él.

Le estaba pidiendo lo que ella llevaba años soñando. Lo que llevaba media vida fantaseando con hacer él, hacer amor con él y ahora que tenía la oportunidad le iba a sacar el máximo provecho. Suspirando, lo besó profundamente, sus lenguas bailando una sensual danza de deseo.

Vuélveme a QuererWhere stories live. Discover now