~Capítulo 9~

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El funeral de mi compañera de clases Haru se llevó a cabo en un día lluvioso, completamente opuesto a lo que ella representaba en vida.

Quiero imaginar que mucha gente asistió al funeral. Sus lágrimas son pruebas de que su vida significó algo.

Estuve ausente en ambos, en el velatorio y en el funeral. Estuve encerrado en mi casa.

Lo único que podía hacer era observar el último mensaje que logré enviarle. Era un mensaje corto, y ni siquiera tengo idea si lo leyó o no.

Mi habitación era un desorden total: libros desperdigados por todo el suelo, ropa tirada por doquier, platos de comida bajo la cama y demás. Dicen que la habitación de uno es un claro reflejo de su estado mental. Supongo que es un dicho genuino; mi mente era un calvario desde que me enteré de su repentino fallecimiento. 

Luego de diez días de su muerte, por fin encontré fuerzas para levantarme del suelo. Había logrado recobrar la compostura lo suficiente como para aceptar la realidad. Ella había muerto, y no había nada que pudiera hacer para remediar eso. 

Su muerte era algo que ambos sabíamos que ocurriría tarde o temprano, pero no nos imaginamos que sucedería de esa forma. Tal vez en la cama de un hospital, o incluso en su propia casa, de forma que pudiera encontrar paz en sus últimos momentos, pero nunca a manos de un criminal en un callejón solitario, que por cierto, ya había sido atrapado. Su nombre era Melón, un híbrido que había estado asesinando animales sin piedad. Se informó que ya llevaba una racha de nueve asesinatos. Su objetivo, por alguna razón, eran los herbívoros. Tal vez encontraba placer en aprovecharse de los más débiles, o tal vez solo estaba loco. Me dolió pensar en que esa era su única motivación, que esa fue la única causa de la muerte de Haru. ¿Realmente su vida valía tan poco para terminar así? ¿O la de cualquiera de las otras victimas de Melón? No lo procesaba. De cualquier forma, espero que se pudra en la cárcel.

Me duele pensar en ello. Me duele pensar en la desesperación que debió haber padecido, a sabiendas de que no pudo irse de este mundo como lo esperaba. Pero era un destino irremediable. Seguramente ella diría algo estúpido, como que fueron sus decisiones las que la llevaron hasta ese callejón a esa hora, ese día en particular. Ella era así, si estuviera aquí le encontraría la vuelta cómica al asunto.

Aunque una cosa era cierta: si no hubiésemos quedado en salir ese día, a lo mejor ella seguiría con vida para entonces.

Habiendo ordenado mis sentimientos, algo se me hizo bastante claro. Me había armado de valor, listo para enfrentar la conclusión de esa historia, de su historia. Algo dentro mio lo tenía claro. Tenía que ir a su casa y dar la cara ante su familia, tenía que presentar mis condolencias ante ellos y mis respetos en su altar. Pero más importante aún: tenía que leer su diario "Viviendo con la muerte". Era más que nada una corazonada, pero estaba casi seguro de que esos escritos lograrían darme algunas respuestas o aliviar minimamente mi dolor.

Logré decidirme a ir justo después de haber terminado el libro que ella me prestó. Tal vez por eso estuve ausente en el funeral. Supongo que una parte de mi se sintió obligado a empezar y terminar ese libro, como una forma de estar en paz con ella y con mi promesa de devolver el libro.

Aquel día llovía a cantaros, justo como el día de su funeral. Pareciera que, justo como yo, el mundo estaba triste con su ausencia. Hasta el cielo era capaz de llorar por su ausencia a diferencia de mi, que a pesar de todo el dolor que me embargaba, no fui capaz de soltar una sola lagrima. Lo intenté varias veces; sabía que ella merecía todas las lagrimas del mundo, pero no podía hacerlo. Parecía que mi biología no me lo iba a permitir y me odiaba a mi mismo por eso. Seguramente su familia había llorado a mares, seguramente Juno también. ¿Qué digo? Obviamente lo habían hecho. Hasta el imbécil de Louis seguramente lo hizo, en cambio yo parecía un saco de piel sin sentimientos.

Quiero comerme tu páncreas: [A.U] BEASTARS Legoshi x HaruWhere stories live. Discover now