Capítulo tres: Deja vú

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Un tenso silencio se esparció entre ambos. Por muchos años creyó que no lo volvería a ver, que no lo encontraría como un claro castigo de sus malas acciones en el pasado pero mírenlo ahora, a tan solo unos metros de su compañero de infantiles aventuras. La nostalgia se aglomeró en su mente, llenándola de las miles de semanas que pasaron juntos haciendo cualquier cosa con tal de divertirse en aquel mundo cruel en el que nacieron. Alastor estaba quieto en su lugar y ni hablar de Husk, parecía una piedra. Fue entonces que en un repentino ataque emociones, el mayor corrió hasta el otro y sonrió ligeramente. No pudo evitarlo, revolvió los cabellos húmedos del más joven mientras reía.

El locutor nuevamente sintió taquicardia al experimentar de nuevo aquel gesto que había extrañado por mucho. Parpadeó varias veces, dirigiéndole una sonrisa de sincera dicha al otro, que no paraba de mirar de pies a cabeza.

—¡No puedo creerlo! —exclamó—Creciste tanto desde que me fui. ¿Fueron qué? ¿Diez años?

Alastor rió y negó con la cabeza, sintiendo como la mano de su viejo amigo se apartaba de su cabello. Era extraño, Husk había sido una de las pocas personas que tenía permitido invadir su espacio personal, y aunque eso le incomodaba de parte de otros, podría decirse que era bueno de nuevo tener esa curiosa cercanía.

—De hecho fueron trece.

Husk bufó con diversión. Juraba que hace tan poco tiempo Alastor era aquel niño tímido y amable y ahora era un hombre hecho y derecho. Se sintió viejo.

—No me jodas, Al. Me haces sentir como un fósil. —dijo, burlón, sacándole una risa al muchacho.

—Me robaste la palabra de la boca —rió.

Husk lo miró fingidamente indignado, haciendo que dejara de reír y mirarlo con vergüenza. Oh, esa expresión tímida. El azabache más que nadie la había visto cuando eran niños. Aunque Alastor pareciera ahora alguien muy sociable era fácil de apenar si tocabas los botones correctos. El bartender rió con diversión y tomó por el hombro al otro.

—Venga, no te pongas así. Te invito unos tragos más mientras cierro el local.

Alastor lo miró confuso, pero simplemente asintió y se apartó nuevamente a la silla frente a la barra. Por fuera parecía sereno ante este reencuentro pero por dentro estaba rebosante de emoción y alegría. Solamente no lo demostraba mucho ya que sería muy... Incómodo. Y no quería volver a esas pláticas cortas de hace rato cuando ambos se trataban cual desconocidos.

Husk, por otro lado, estaba haciendo una lista mentalmente de las millones de preguntas que le haría a su viejo amigo. Quería saberlo todo, quería saber cómo había llegado había llegado tan lejos y claro, felicitarlo por sus logros. Pero todo a su tiempo, primero tenía que terminar de sacar a la bola de borrachos dormidos en las últimas mesas.

Sorprendentemente cuando fue allí se encontró con que uno de ellos estaba sobrio y recién despierto, así que no hizo falta buscar una pala para sacarlos. Aunque si podría decirse que aquel hombre le daba una vibra extraña, lo ignoró y en cuanto el grupo salió, cerró las puertas del bar.

Hoy sería una noche muy larga.



• 🦌😾 •



—Así que por eso eres locutor —dijo antes de darle un trago a la botella de vino que tenía en mano luego de que Alastor narrará con detalles las miles de travesías que pasó todos estos años para llegar hasta donde hoy en día se encontraba.

𝗕𝗨𝗧𝗖𝗛 𝟰 𝗕𝗨𝗧𝗖𝗛Where stories live. Discover now