Capítulo 40

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Lamento la tardanza e empezado con mi nuevo empleo y no doy a basto.


Zeus tronó al mismo tiempo que la electricidad recorrida su cuerpo y sus venas iluminándolos.


—Es suficiente ya tenemos la guerra de Troya no podemos tener conflictos aquí aunque se que yo fui el primero en usar la fuerza—


Todos en la sala de reuniones estaban atónitos Zeus el poderoso y orgulloso rey del cielo estaba admitiendo su error, algo que nunca habrían imaginado, pero la atención se volvió hacia Apolo y Ares.


Zeus en un gesto muy humano se pasó la mano por el rostro del cansancio y frustración mirando a sus dos hijos decepcionado ¿en que se equivocó?¿cuando todo empezó a ir así de mal y que empezaran a apuñalarse sus hijos entre ellos?


Debío haber interferido más en la educación de Ares no permitiendo que Hera lo consintiera tanto y ayudar a su hijo a mejorar su personalidad pero no lo hizo y este fue el resultado y ahora se repetía el patrón con Ares con sus propios hijos.


Y Apolo, debió admitir que cuando nacieron los gemelos estaba en antado y los cuidó mucho sobre todo a Apolo quien fue el último en nacer ye l que más sufrió por culpa de Pitón pues nada más nacer la serpiente logró su camino hacia la madre y los bebés e hirió al infante Apolo.


De no ser porque acudió para curarlo no habría sobrevivido, desde ese día Apolo fue el más concentrado en ser fuerte, creció a una velocidad mayor que su hermana como si su cuerpo escuchara sus deseos y no soportara ser más un indefenso bebé, y mato a la serpiente.


Pero el daño estaba echo en la psique del joven dios pues estaba decidido a ser fuerte y nunca ser vulnerable y débil, por eso odiaba lo que no era perfecto pues lo consideraba débil y un estorbo.


Debido a ese terrible incidente Zeus lo mimó más que los demás y Leto también pero al parecer sin querer solo empeoraron las cosas.


—Apolo me has decepcionado, por mucho tiempo he tolerado tus faltas pero se acabo, lo de los cíclopes y que faltes el respeto así a tu familia es demasiado—


El dios solar que estaba con la mente tambaleante porque durante el conflicto había sido alcanzado por los ojos perniciosos de Kioko salto furioso.


—¡¡¡ESA COSA NO ES MI FAMILIA!!! ¡¡¡NI MUCHO MENOS ES MI HERMANA!!!—


Algo tan débil y que cojeaba no era su familia. Esa era la creencia del dios, su mente estaba tan cegada que no veía la realidad.


Zeus negó con la cabeza ante la locura de su hijo, estaba tan cegado que no veía la realidad delante suya, Hefesto no era débil y su hija Kyoko tampoco.


Artemisa lloraba, la feroz cazadora y guerrera vio el colapso de su hermano, desgarrada.


Hefesto miraba con lástima a su medio hermano, en el fondo sentía pena por él, sabiendo que las circunstancias de su nacimiento fueron el inicio de que se volviera así pero no justificaba sus acciones o modo de ser.

Fuego IncandescenteWhere stories live. Discover now