En tus inocentes ojos, veo el reflejo de un imposible anhelo,
un deseo secreto que en mi pecho es un duelo y una horrible tortura.
En la penumbra, nuestra historia se despliega,
un suspiro profundo, una pasión ciega...
Toma mi mano..y sígueme hasta...
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Sebastián Michaels..un hombre correcto y a pesar de ser un demonio, era educado y bien portado, consciente de las reglas en este mundo imprescindible..ese mismo mayordomo suspiraba detrás de la puerta de la habitación de su anhelo, un día después de su encuentro cercano y extraño..tenía que avisarle sobre el desayuno..pero no me animaba a girar la manija.. escuchaba bien el sonido de las gotas cayendo en la bañera, imaginaba al maligno ángel, completamente desnudo, lavando su delicado cuerpecillo, emanando un aroma que seguramente haría que en mi despertara un apetito boraz. Debía apresurarme o haría esperar a los demás invitados por lo que toqué la puerta y la abrí..
Es imposible llegar a pensar que un ser con extraordinaria belleza exista, pero ahí estaba, con su cabello color miel bastante humedo y su tersa piel cubierta con una toalla, al parecer no había percatado de mi presencia porque se acercó a su cama donde ya tenía un conjunto de ropa para el día..me hubiera encantado que siguiera con su adorable distracción hasta que se sacara la toalla sin embargo volteó su rostro al sentir mis ojos sobre el.
- ¿Sucede algo? - Un destello de confusión se podía percibir en sus ojos diamante -
Mi corazón se llenaba de jubilo en cuanto me dirigía la palabra, acercándose a mi, con la toalla cubriendolo. No parecía importarle que tuviera un depredador frente a el o eso quería y tal vez por ello me sonreía tal cual el dia anterior, con sus ojos maliciosos y su cercanía obscena. Ya era habitual para mí controlarme, por lo que solo le brindé una reverencia antes de contestar su qüestionamiento.
- El desayuno está listo...mi amo me envió para averiguar si todo estaba bien. - Las gotas de agua bajando por el cuello y la piel del menor eran algo que atraía la vista del demonio -
- En realidad no todo está bien ¿Podría usted ayudarme? - Su pregunta parecía ser con un tono insistente y desesperado, aunque al ver que Sebastián asentía, de inmediato tomó su mano
- Verá...es que tengo una marca que me perturba.. - Estaba inquieto, se notaba en su hablar.
Era para mí una enorme dificultad resistir esa llamarada, ese estremecimiento de recordar al pequeño semidesnudo frente a mi, su apetitosa piel no se veía con alguna imperfección hasta donde me permitía observar la horrenda toalla a cuadros azules que tenía cubriéndolo..comenzaba a sospechar y mi niño confirmó mis sospechas diciendo algo que hizo mi cuerpo temblar por debajo de mi disfraz de mayordomo decente y servicial.
- Es..justo aquí.. - Se dió la vuelta y comenzó a bajar su toalla más por debajo de su cintura pero deteniéndose al llegar a dónde comenzaban sus glúteos » Señaló una pequeña roncha rojiza que a simple vista era algo provocado por un torpe insecto.
Me quedé quieto ante el espectáculo encantador que brindaba para mí el, mostrándome a mi y mostrando a los mil ojos desorbitantes de mi sangre su adorable silueta terminando con mi agonia al ver que se detenía justo dónde iniciaban sus vulgares atributos, visualice todo su cuerpo, desde sus brillantes ojos azules, bajando por su cuello que al tratar de interceptar el sol, iluminaba de un carmesí luminoso su piel, hasta sus curveadas caderas que me parecieron pequeñas como cualquier jovencita, finalmente la marca en su espalda baja.. mi ser no logró evitar sentir celos de ese bicho que había logrado sentirlo...lo veía..indefenso, mirándome con un perceptible deseo y súplica por aliviar su preocupación por la imperfección irrelevante y diminuta. Era el demonio más encantador que había visto.
