ⅩⅨ

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Sunoo

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Sunoo

La había cagado. Y la había cagado en grande. Cuando me desperté y ví que ni Riki ni sus cosas estaban, quise morir. Me lo merecía. Pero el estar consciente de mi estupidez no lo hacía menos doloroso. Los recuerdos de la noche reciente estaban tan frescos que estaba seguro de que mi piel aún hormigueaba por el increíble orgasmo que Riki me había dado. Al final, todos tenían razón con respecto a mí. Ahora, además de aburrido, debía sumarle el calificativo de imbécil. Me senté en la cama y me llevé las manos a la cara. Estaba algo alcoholizado, pero una vez que Riki me empezó a desvestir, todo rastro de ebriedad se había ido evaporando. Pero tenía que dejar que mis prejuicios estúpidos salieran a flote otra vez. Agarré el celular y llamé a Jake.

–Hola, lover boy, ¿Cómo va tu finde valiente? ¿Aún caminas? –una carcajada se escuchó salir del teléfono.

–La cagué feo –dije.

Un silencio seguido de un ruidito molesto.
–¿Ahora qué hiciste?

–Estabamos teniendo sexo –Jake chilló –pero yo y mi bocota…

–Oh, oh. ¿Qué le dijiste? No me digas que le dijiste lo que creo que le dijiste.

–Algo así. Le dije que hiciera valer el dinero que pagué por él… –eso sonó tan mal como lo recordaba.

–Ah… –se que mi amigo se estaba tomando el tiempo de crear un insulto que probablemente no había sido inventado todavía –. Sabes, a veces no entiendo cuál es tu problema. Tienes todo para ser feliz. Eres hermoso, tienes un buen trabajo,un apartamento soñado, un auto de lujo… Y sin embargo te encanta autosabotearte. Eres increíble.

–No me encanta autosabotearme –dije aunque en parte las palabras de Jake tenían su fundamento –. Pero no sé qué pasa conmigo. Creo que necesito ayuda profesional.

–Necesitas un buen par de golpes que te acomoden esa cabeza llena de ideas estúpidas. ¿Qué piensas hacer ahora?

–Ya está. La cagué. Bajaré, diré alguna excusa y me iré.

–Me refería a qué piensas hacer con Riki.

–Nada. Tiene razón en haberse ido.

–Ve a buscarlo.

–¿Estás loco? ¿Qué quieres que le diga?

–No sé, discúlpate, pídele perdón de rodillas, hazle un regalo…

Cuando bajé anuncié que me iba y ante las preguntas de dónde se encontraba mi novio, solo dije que tuvo una emergencia y tuvo que irse de inmediato. Sentía vergüenza de mí mismo. Todo el viaje de vuelta a Seúl estuve devanándome los sesos para encontrar una solución al problema que había creado. ¿Debería llamarlo? ¿Qué le iba a decir? ¿Discúlpame por ser tan idiota? Repasé toda la noche con cuidado y seguía queriendo darme la cabeza contra cualquier superficie lo suficientemente dura como para ponerle fin a mi estúpida existencia. Cuando bajé del taxi en la puerta de mi edificio, decidí que lo mejor era dejar pasar un par de días antes de llamarlo. Si Riki estaba muy enojado eso le daría tiempo para tranquilizarse y no mandarme a la mierda apenas abriera la boca. Sí. Eso haría. Hacía apenas dos semanas que lo conocía y ya había echado por el caño una relación que no había llegado a ver la luz del día.

❛Fakers ∫ Sunki ❜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora