6. Reconocer y aceptar

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Seis meses habían pasado y las cosas con Carlota estaban igual. Durante la semana se mantenían en contacto y los fines de semana, Carlota procuraba pasar la noche del sábado y todo el domingo con ella.

Estaba de más decir lo bien que lo pasaban, pero para Elisa, se estaba volviendo una tortura el dejarla ir. La lucha encarnizada consigo misma la estaba volviendo loca.

Por un lado, tenía presente lo que había hablado con Germán, pero el miedo la paralizada. Temía que al intentar darle celos, el efecto en Carlota fuese el contrario y aunque sonara feo, prefería tenerla a medias, a no tenerla.

Olga la había estado llamando los últimos días para ir a comer, decía que la sentía extraña y estaba insistente, así que sin darle oportunidad de negarse, le había dicho que la buscaría esa tarde al terminar el turno en el laboratorio.

Con Alexa y Marián era más sencillo disimular porque en las videollamadas no lograban captar lo que le sucedía ¿pero con Olga? Ella era una detective nata y no había mucho que pudiera hacer para evadirla. La pregunta era ¿Sería capaz de decirle lo que sucedía?

En ese momento, le llegó un mensaje de texto de Olga avisándole que estaba afuera, que saliera cuando estuviera lista.

Elisa entró al baño, se miró en el espejo y respiró profundo. Sentía como si estuviese a punto de confesar un pecado, solo que era un pecado que disfrutaba al máximo y que si bien no sabía cómo manejar, no quería dejar de cometer, así que recogió sus cosas, se despidió de todos y salió a su destino inevitable.

Conociendo a Olga, pensaba que la increparía de inmediato, pero para su sorpresa, todo se mantuvo casual y sin preguntas incisivas. Solo hablando de temas varios hasta llegar a un restaurante no muy lejos de su casa. Pidieron algo de tomar y dejaron la comida para un poco después.

Creo que la semana próxima iré a Margarita. Debo realizar un papeleo para un cliente así que aprovecharé para irme el jueves en la noche, hago lo que tengo que hacer el viernes y me quedo hasta el domingo. Ya le comenté a las chicas y están emocionadas.

¡Qué rico! Si pudiera, me iría contigo.

¿Y por qué no puedes?

No creo que les haga gracia en el laboratorio que me ausente.

Es solo un día Elis.

Lo sé, lo sé, pero como prácticamente acabo de llegar de mis vacaciones.

De eso ya pasaron meses.

Pero es como si fuese ayer. Lo dijo más por lo que sucedía con Carlota que por el trabajo en sí.

¿No será que hay otra razón para no querer salir de Caracas? Preguntó suspicazmente.

¿Qué otra razón habría? Le devolvió tratando de desviar la atención.

Tú dime. Le dijo levantando una ceja y con su mirada penetrante.

Elisa quiso actuar como si nada, pero en el fondo, necesitaba hablar de lo que le sucedía, así que bajó la mirada unos segundos, para agarrar valor y hablar.

Está bien... sé que no lo dejarás ir, así que sí, hay otra razón por la que no puedo. Se interrumpió ella misma al darse cuenta que no se trataba de poder, sino de querer. Corrijo, hay otra razón por la que no quiero salir de Caracas.

¿Y es...? Olga dejó abierta la pregunta.

Elisa hizo una pausa larga antes de poder contestar.

Carlota. Dijo finalmente.

Olga frunció el ceño pues esperaba cualquier cosa, menos eso.

No entiendo... ¿Qué pasa con Carlota? Preguntó un poco alarmada.

Insospechado amorDove le storie prendono vita. Scoprilo ora