[̴16]̴

763 117 67
                                    

            —¿Qué hiciste, Tay?

Parpadeé al ver la figura brillosa y acalorada, demasiada luz apareciendo de la nada en la oscuridad que me rodeaba. Reconocí a Hiro, envuelta en un aura mucho más clara que la normal, esta de a poco adentrándose en ella y haciéndola parecer más fuerte, mucho más estable de cómo la había visto la última vez. Su pregunta me confundió.

—¿Yo? —me señalé, no entendiendo—. ¿Qué hice yo?

—No tendríamos que estar vivas-

Fruncí el ceño—: Bienvenida a la sorpresa, entonces.

—No es- No quise sonar- —su energía alrededor brilló más y dio unos cuantos pasos hacia atrás, mirándola con cierta frustración y dolor. Miró su alrededor, distinto al usual, más claro, más blanco, y cerró sus ojos, su cuerpo tensándose al absorber esa energía y se cayó de rodillas, quejándose. Al querer acercarme, con su mano parada me hizo detenerme—. ¡No! ¡No hagas nada!

—Hiro-

—¡Escúchame una vez! —pidió, respirando entre cortado—. ¡Deja de hacer! ¡No te acerques!

Me quedé donde me dijo en lo que ella se recomponía, su aura aun latente y fuerte alrededor de ella, pero de alguna manera, debilitándola. O ella debilitándose a propósito. Se volvió a parar con cuidado, respirando con cierta agitación cómo si se hubiese estado esforzando los últimos segundos, y sentí mi pecho apretarse sutilmente.

—Por favor... —suplicó—. No hagas nada más. Por favor escúchame esta vez...

No pude contestarle en lo que ella me empujaba hacia atrás, enviándome con más fuerza de la necesaria, y pensando que caería en una oscuridad plena, me encontré sentándome en mi cama, inhalando aire como si no lo hubiese estado haciendo, y en mi desesperación, rodé fuera de mi cama, cayendo en el piso y mi pecho ardiendo. Era como si no estuviese pudiendo respirar.

Arañé la camiseta que tenía en lo que gateaba hacia el baño, la luz entrando por mi ventana permitiéndome ver con claridad, y tuve que agarrarme del lavabo para pararme y verme en el reflejo. En lo que bajaba el cuello de mi camiseta, reconocí las líneas de mi hematoma encendidas, de un blanco a un turquesa, mi color, ambas brillando en mi interior y parecían estar peleando. Se consumieron entre sí, encontrándose en un turquesa que se deshizo y apagó todo dolor en mi pecho. El aire entró con más velocidad y normalidad a mi pecho, tuve que quedarme un rato parada en lo que recuperaba el oxígeno, y me apoyé en el lavabo en lo que mi cuerpo se recuperaba.

Así como el aire volvió a mis pulmones, también mi cabeza se dispersó, y recordé el calor con el que me había dormido. Lo que había traído a casa. Salté hacia mi cuarto, notando mi cama vacía. ¿Acaso lo había soñado? Hiro estaba mal, podría haberlo hecho, ¿no? Mi corazón se apuró, mis ojos pasando por la pila de ropa sucia al lado de mi puerta. Yo lo había dejado ahí antes de dormir. Había dos pares de ropa, dos pares de toallas. ¿Y Noah?

Salí de mi habitación mucho más rápido de lo que debería, mis piernas todavía tratando de coordinar conmigo, y caí en mis rodillas en un desliz, mis extremidades fallando en lo que trataba de levantarme. Siseé al haber caído mal en una de mis muñecas.

—¿Tay...?

Mi nombre me hizo levantar la cabeza hacia donde había venido la voz y sentí todo mi cuerpo calmarse y relajarse en el piso. Noah estaba sentado en una de las sillas, giradas hacia la dirección de mi cuarto, con una toalla alrededor de su cuello y pedazos de su pelo en ella. Claire detrás de él, tan sorprendida como Noah al verme caerme, con unas tijeras en sus manos. Morgan, Jacob y Luna desayunaban en la mesa de atrás. Tom había salido de la cocina al escuchar la conmoción y fue el que se apuró hacia mí.

NOVA ERA ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora