Capítulo 33.2

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Cuarenta minutos
antes del accidente…


Cadyk. 

No lograba recordar si en el pasado me logré sentir así. Era un sentimiento nuevo, pero que en todo momento me aterraba por alguna razón. 

Recordé aquella vez que la volví a ver en Nueva York, tan realizada y tranquila que por un momento dudé en acercarme a ella y dejar que siguiera haciendo su vida o hacerlo y por fin poner las cartas sobre la mesa. Hasta el día de hoy es una decisión que agradezco haber tomado bien. 

Ella para mí no es un tal vez, ni un quizá, ella para mí lo es todo. 

Y lo confirmaba mientras veía las fotografías que le había tomado con mi celular sin que ella se diera cuenta. Dónde regularmente ella suele dormir a mi lado, con el cabello enmarañado cubriendo un poco su rostro o en otra donde está haciendo algunas cosas y le capturó su rostro sin que lo sepa. Es bellísima. 

—Joven Sadler, me informan que la señorita Miller sigue en el trabajo. ¿Quiere que pasemos por ella? 

Alce la mirada del celular y pensé. 

—Sí, vamos por ella. Me llevas antes a la florería, quiero llevarle unas flores.

—Sí, por supuesto —Wasser encendió el motor y avanzamos por las calles hasta incorporarnos a la avenida y al tráfico.

Llegamos a la florería, una que Lucí me había recomendado. Tenía buenas reseñas, ya que dicen que el florista no hace las flores para que se vean lindas, sino para que el significado de cada una de ellas dijera lo que la boca no puede y la mente calla pero el corazón grita. 

Wasser bajo detrás de mí e ingresamos. El olor a flores inundó mi nariz y frente a mí había un chico de cabellos dorados, quien tenía un delantal de jardinero y cortaba algunas espinas de algunas rosas. 

—Hola, buenas tardes —él giró a mí y sonrió.

—¿Qué tal? Permítame un momento, ya lo atiendo. 

Se apresuró a dejar todo en su sitio y mientras yo le daba algunos vistazos al lugar él regreso a mi con una sonrisa en el rostro. 

—Dígame en que puedo ayudarle.

—Bueno… me recomendaron el lugar. Quisiera un ramo.

—¡Perfecto! Esta en el lugar indicado. Dígame para quien es; mamá, hermana, tía, abuela, hijas o si es para una novia o esposa. 

«¿Esposa?»

—Pues es para…

—O si tiene gustos más abiertos, también puedo hacerlo para un novio, aquí no juzgamos a nadie. Yo solo estoy para representar los sentimientos a través de flores —fruncí el ceño—. ¡Estoy bromeando, hombre! 

Asentí con la cabeza y saque una pequeña sonrisa, ya que su comentario me causo un poco de humor. ¿De verdad es porque estoy de buen humor? 

—Dime lo que necesitas. 

—No lo sé, en realidad ella es mi novia pero nunca he podido expresarme bien con ella. Ella suele hacerlo a menudo, pero por más que yo intento no puedo. 

Colocó sus manos en sus caderas y escuchó atento. Es la primera vez que me di cuenta que la llame «novia» frente a alguien, lo cual me hizo retractarme casi al segundo porque me dejó con mal sabor de boca. No por otra cosa, sino porque ni siquiera me he planteado en preguntárselo bien y como se debe. 

No quiero que se mal entienda, lo que me refiero es que no creo poder llamarla así, no al menos que se lo pregunte bien y ella acepte. Debo hacer las cosas bien, siempre y cuando se trate de ella. 

Mi Chico, MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora