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——AUN CON EL SUEÑO aferrado a mi ser, bostecé mientras me frotaba los ojos con las manos. El pasillo se encontraba sumido en una penumbra tenue, apenas iluminada por los primeros rayos de sol que se filtraban por las altas ventanas. Hermione, en cambio, avanzaba con paso firme y una sonrisa en los labios, algo que me sorprendía a estas horas tempranas.
—¿Cómo puedes estar tan despierta a esta hora? —murmuré, bostezando de nuevo.
Hermione se rio suavemente. —La costumbre, supongo. Además, es jueves; sirven té de menta en la mesa de las serpientes, y es riquísimo —suspiró—. ¿Acaso no tienes hambre?
Asentí, aunque mi expresión somnolienta persistía. —Sí, demasiada. Necesito con urgencia un café y una deliciosa galleta.
Al llegar al Gran Comedor, las puertas se abrieron de par en par, revelando las mesas con pocos estudiantes desayunando. Mi mirada se dirigió automáticamente a la mesa de los Slytherin, donde Pansy charlaba animadamente con Mattheo. Draco escuchaba la conversación, mientras que Theo se sumía en la lectura con tranquilidad.
—¡Chicas! —exclamó Pansy al vernos—. Vengan, siéntense.
Nos acercamos con pasos lentos. Tomé asiento entre Mattheo y Theo, aún medio adormilada, y apoyé mi cabeza en el hombro del último nombrado.
—Buenos días, Eli —murmuró Theo, sin despegar la vista de su libro Le deposité un beso en la mejilla como saludo y volví a mi posición anterior.
Hermione se sentó junto a Draco, quien le guiñó un ojo al verla. Pansy, incapaz de contener su curiosidad, preguntó: —¿Qué sucedió anoche?
Hermione suspiró y se sirvió una taza de té. —Cuando entramos a la sala común, Ronald empujó a Harry y estaba furioso.
En silencio, me serví una taza de café y agarré una galleta de chips para darle una mordida. Draco me miró con una ceja alzada. —¿Acaso la comadreja está celosa?
—Obviamente. Debe estar harto de ser la sombra de Potter —intervino Mattheo.
Theo levantó la vista de su libro.— Presiento que sucedió algo más —agregó, mirándome de reojo—. ¿Me equivoco, Eli?
Hermione me sonrió con ironía, recargando su rostro en su mano. Tomé un sorbo de café, intentando evitar la pregunta, cuando observé que todos estaban esperando mi respuesta.
Rendida, bufe y confesé:— ¡Bien! Amenace a Weasley, ¿contentos?
Pude visualizar cómo Theo y pansy sonreían, mientras que draco y mattheo chocaban los cinco en forma triunfante.
—¡Esa es mi amiga! —alentó Mattheo—. ¿Qué le dijiste exactamente? Cuéntame.
Me encogí de hombros. —Que él y yo no somos amigos. Y que debería empezar a usar las neuronas que tiene antes de actuar, o de lo contrario tendría problemas.
