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Rᴇ Dᴇᴀᴛʜ Isʟᴀɴᴅ レオン・S・ケネディ ⎯⎯ ୨ ୧ ⎯⎯
Ellie sonrió ampliamente al observar a Leon esperándola fuera de su instituto. En su mano, sostenía un pequeño ramo de rosas.
—¡Leon! —Ellie dijo con alegría—. Creí que nos encontraríamos hasta el fin de semana.
Ella aún no podía entender como sus padres no aceptaban su relación. Leon era un hombre lindo y detallista, el problema era cuando se hablaba de la edad. Él era un hombre mucho mayor.
—Bueno, hice un cambio en mi agenda —respondió—. ¡Oh, por cierto! esto es para ti — Leon extendió el ramo de rosas hacia ella.
—Tulipanes...—susurro, gustosa tomo el ramo que Leon extendió para ella, fue inevitable oler las flores.
—¿Atiné?
Preguntó Leon mientras se cruzaba de brazos y observaba como Ellie olía el ramo de flores.
—Lo hiciste —respondió con una sonrisa.
Hubo un pequeño silencio. Leon solo observo a Ellie oler sus flores. Claro, no era la primera vez que le traía un ramo, pero cada vez que lo hacía, ella se ponía tan feliz.
—Vamos, sube a la motocicleta. Te invitaré algo de almorzar antes de llevarte a casa.
Ambos se incorporaron en la motocicleta. Ellie se sostuvo de la cintura de Leon, mientras que su ramo lo tenía entre sus piernas.
Ella disfruto del pequeño paseo. Pego su cabeza en la espalda de Leon, mientras sentía como el viendo removía su cabello.
Después de unos minutos, Leon paro la motocicleta en un pequeño mirador. Dónde se podía apreciar la maravillosa vista de la ciudad.
—¿Qué hacemos aquí? —pregunto ella sin entender la situación —. Se suponía que iríamos a almorzar...
Ellie no entendía nada. Leon no respondió a su pregunta. Apagó el vehículo y bajo de allí, dejando sentada a Ellie en la motocicleta.
—Tranquila... —dijo. Él comenzó a rodear el vehículo, hasta la parte trasera. Ellie frunció su frente, pero quedó inaudita cuando de repente un ágil movimiento la hizo dar la vuelta hacía él —. Tu serás mi almuerzo.
—¿Yo seré tu qu...
Ellie no alcanzó a formular su pregunta, se lo impidió un beso que la dejo inaudita.
El ramo de tulipanes cayó al suelo.
Suspiro hondo, cuando sintió los dedos del hombre apretar su cintura con fuerza. Lentamente, la pego al asiento trasero y sutilmente la elevó para sentarla allí.
