Capítulo siete: Singing with you

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Luego de rato de estar paseando por el lugar, Alastor y Husk se decidieron a explorar aquella parte del Congo Square en donde era muy común que bandas improvisadas hicieran aparición, entreteniendo a quien pasara por allí.

El dúo se mantenía en silencio de camino a allí. No es que estuvieran enojados o incómodos, simplemente... ¿Hacía falta hablar? Por supuesto que no. ¿Sentían la necesidad de hacerlo? Doblemente no. Ese silencio era cómodo, nostálgico, reconfortante. La sensación de seguridad y confianza era aquello que en estos momento los adormecía en un letargo de quietud la cual ni siquiera sabían que podía existir entre ambos.

El canto lejano de los pájaros junto con la gélida brisa otoñal hacía todo más extrañamente cálido. Honestamente, todo le parecía increíble cuando Alastor estaba a su lado. Había olvidado esa sensación de sociego que le acompañaba cuando se trataba de aquel niñito enérgico y curioso. Una pequeña sonrisa se formó en la comisura de sus labios y la mirada de ambos se fijó en una banda a la lejanía, la cual era rodeada por un pequeño grupo de persona que chasqueaban los dedos al son de la tonada mientras otros pocos bailaban.

Curioso, el joven locutor se acercó allí mientras que un pensativo bartender también se dirigía allí pero con más calma. El muchacho estaba fascinado, no era secreto para su amigo el que le gustara la música. Había sido uno de los muchos consuelos que ha conseguido en su vida.

La banda tocaba excelente las canciones, mantenía el ambiente vivo e intrépido característico de Nueva Orleans. Y terminada aquella canción, una ronda de aplausos en los que ambos participaron vieron como la gente poco a poco se iba dispersando por el lugar, dejando a solas a la banda con el par.

Uno de ellos notó la presencia de ambos amigos pero su atención inmediata se desvió al hombre, que también lo miraba con atención.

—¿Henryd?/¿Gabriel?dijeron con asombro al unísono, confundiendo a Alastor y al resto de integrantes de la banda, que ya estaban recogiendo las ganancias del día.

Pero no pasó mucho para que ambos conocidos se acercaran al otro para estrechar sus manos a modo de saludo.

—¡Vaya! No pensé verte por aquí de nuevo, Henryd. Pensé que te habías vuelto un ermitaño luego de la guerrabromeó, haciendo reír al otro que negó con la cabeza y apartó su mano.

—Yo creí que te irías a Chicago. Te enviaron a casa mucho antes que yoy así siguió la plática hasta que Gabriel se percató del acompañante de su amigo, que curiosamente lo miraba muy pero muy fijo.

—Oh, ¿Y el chiquillo? ¿Es sobrino tuyo o algo?preguntó, divertido, haciendo a Husk rodar los ojos y menear la cabeza ne negación.

—Un amigo de la infancia. Déjame presentártelodijo mientras rodeaba a Alastor por los hombros con un brazo en un gesto de aparente fraternidad.—Alastor, él es Gabriel. Un compañero de mi escuadrón cuando ya sabes, pasó lo que tenía que pasar presentó, el muchacho asintió y extendió su mano amablemente en un saludo y el otro la aceptó—Y Gabriel, él es Alastor. Amigo de años y esas cosasconcluyó. Los otros dos apartaron sus manos, uno mirando con amabilidad al otro mientras que este aparentaba ser amigable cuando por dentro unos extraños celos lo invadían.

Tal vez no estaba acostumbrado a terceros gracias a que antes ellos eran solo dos para todo. Bueno, tampoco es como si fuera buena idea hacer una escena por algo sin importancia.

—¿Eres ese locutor de radio? ¿Del que todo el mundo habla?asombrado, le sonrió amable y entusiasta.

Alastor asintió, encogiéndose de hombros.

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