Capítulo VI

117 16 2
                                    

Charles tardó horas en salir de la cama.
Durante la primera hora, apenas fue capaz de respirar, pensar.

La frustración y la humillación eran paralizantes, sofocantes. Había intentado quedarse dormido para no pensar y, para su sorpresa, lo había conseguido.
Se desperto desorientado, sollozando.

Tardó unas pocas horas más en recuperar el equilibrio. Se dio un baño con agua caliente para intentar borrar su confusióny su rabia y, osbre todo, el inisdioso deseo que Sergio le había metido en la sangre, en el recuerdo de esos momentos, en que lo había manipulado por control remoto, llevándolo al borde del clímax antes de dejar al borde.

Tardo una hora más dentro del baño y vistiendose.
Luego, se sentó ante su ordenador e intento pensar. Dejó que el único pensamiento que llenaba su cabeza no cobrara forma con palabras.
NO quería volver a escuchar a Sergio nunca más.

Pero tenía que hacerlo.
Él le había pedido que fuera a su mansión.
Y él había tomado una descisión.
Acabaría con todo esa misma noche.

Iría y le diría por dónde se podía meter sus exigencias y condiciones. Estaba harto de ser alimento para su ego. Si queria castigarlo, dejaría que lo hiciera de una vez por todas. Luego, le convencería de que debía ser Rey de Castaldini y que debía prescindir de él como una de las condiciones del trato.

Con esa esperanza, Charles tomo fuerzas y se puso en acción.
Cuando salió de su habitación, Jules, su compañero, se topó con él.

-Charles ¿Puedes decirme que estas haciendo aquí? ¡Los hombres del señor Pérez han venido hace diez horas, diciendo que tenías una cita con él!
-¿Y no se te ocurrio despertarme?
-Lo intente, muchas veces. Pero era imposible. Estabas dormido como una piedra, con la ropa puesta, me he dado por vencido hace horas-Informó Jules-¿Qué pasa contigo Charles?, pareces ebrio.

Charles soltó una carcajada sin sentimiento.
-¿Sabes qué? Tienez razón, algo muy tóxico se me ha metido en las venas.
-¿Estas diciendo que estas borracho?-Preguntó mirandolo atónito.
-No, tengo una intoxicación de arrogancia y testosterona.

-NUnca te había visto así-Dijo JUles, confundido-¿Estas enfermo? ¿O solo intentas excusarte por haber faltado a tu cita con el señor Pérez?
-Eh, soy un hombre, tengo derecho a llegar tarde. ¿No?
Jules, un hombre de expresión batalladora a quien Charles quería con todo su corazón frunció el ceño en repŕobación.

-Llegas demasiado tarde. Y no eres un hombre ¡Eres un príncipe!
-Creeme, ahora mismo me gustaría no ser niguna de esas dos cosas. Así no me encontraria en esta situación.
-¿Qué situación? Espero que no te refieras al señor Pérez, está interesado en ti. Él es un hombre notable y excelente.

-Primero mi padre, ahora tú. Sin duda, todo el mundo esta emocionado por emparejarme con él ¿Por qué nunca em lo habían dicho?
-Llevo seis años preguntandome como podías rechazar sus invitaciones de esa manera.
-¿Y no intentaste convencerme para que las aceptara? ¡Que increíble!
-Eso es en lo único que no quería influirte, Charles.

Charles percibio tristeza en los ojos del hombre. Jules había sido su compañero durante toda su vida.- Y había sido testido de cómo su madre se había casado siguiendo los consejos de los demás, para acabar en un matrimonio de conveniencia que había terminado hundiendola.

-Además, hace mucho tiempo que no me pides consejo respecto a nada-Añadió Jules y suspiró.
Charles sintió el impulso de abrazar a Jules, lleno de amor y emoción. Necesitaba sentir la fotaleza de su cuerpo y su espiritu, sentirse a salvo en sus confidentes brazos.

-Como si eso te impidiera decirme lo que piensas-Comentó Charles con cariño.
Jules abrazó a Charles un momento y luego lo apartó.
-Tienes razón. Siempre sere un hombre sobreprotector en lo que a ti respecta. He pasado gran parte de mi vida cuidandote y educándote, y eres quién le trae alegría a mi corazón. Así que tengo algunos consejos que darte, aunque no me los hayas pedido. Este Sergio merece que interfiera en tus elecciones respecto a los hombres. Deja de portarte como un niño tonto y no lo dejes escapar.

El Rey ilegítimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora