El océano trae cosas

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Elissabat, Alan y Sofía caminaban hacia la escuela al día siguiente, con la determinación ardiente en sus corazones y la sombra de la batalla anterior aún fresca en sus mentes.

—No podemos permitir que lo que sucedió ayer nos debilite —exclamó Elissabat, con voz firme. —Debemos mantenernos fuertes y enfocados en nuestro objetivo: detener a Clarisa.

—Tienes razón, Elissabat —asintió Alan, con una mirada decidida en sus ojos. —No nos rendiremos ante la oscuridad. Estoy listo para luchar hasta el final.

Sofía asintió, con la mandíbula tensa pero el espíritu inquebrantable. —Estamos juntos en esto. No dejaremos que Clarisa y sus secuaces nos ganen.

En el recreo, cuando esperaban un momento de descanso, una figura oscura emergió del mar cercano. Era Sirena, una bruja del mar con un aura de oscuridad que envolvía su ser.

—¡Eh, miren quiénes son! —exclamó Sirena con malicia al ver a los tres amigos. — ¿Están listos para su derrota?

—No subestimaremos tu poder, Sirena, pero tampoco nos rendiremos sin luchar —respondió Elissabat, firme en su postura.

La batalla fue intensa, con Sirena desatando poderosas corrientes y olas que amenazaban con arrastrarlos. Los tres amigos lucharon con valentía y determinación, utilizando sus propios poderes para contraatacar.

—¡No pueden vencerme! —rugió Sirena, lanzando corrientes de agua hacia ellos.

—¡No nos rendiremos! —gritó Alan, levantando pilares de tierra para bloquear el ataque.

Pero Sirena era una oponente formidable. Con un giro repentino, desató una mano gigante hecha de agua, que se alzó sobre ellos como una marea imparable.

—¡Tenemos que resistir! —exclamó Sofia, concentrando su poder sobre el fuego para mantener a raya la mano acuática.

Justo cuando parecía que estaban perdiendo la batalla, Clarisa apareció, aprovechando el caos para llevarse a Elissabat a las tierras oscuras.

—¡No! ¡Elissabat! —gritó Alan, extendiendo la mano hacia su amiga mientras Clarisa desaparecía en la oscuridad.

Mientras tanto, Sirena se llevó a Sofía a una isla remota, dejando a Alan solo y desesperado por salvar a sus amigos.

—¡No puedo dejar que esto termine así! —exclamó Alan, con el corazón lleno de determinación.

Con sus poderes sobre la tierra, Alan abrió un camino a través del mar y llegó a la isla donde Sirena tenía prisionera a Sofía. Una feroz batalla se desató entre ellos, con Alan luchando valientemente para liberar a su amiga.

—¡No te dejaré lastimar a mis amigos! —gritó Alan, enfrentando a Sirena con toda su fuerza.

Finalmente, después de una lucha agotadora, Alan logró derrotar a Sirena y rescatar a Sofía. Juntos, regresaron a la casa de Sofía, donde se enfrentaron al desafío de cómo rescatar a Elissabat sin saber por dónde empezar.

—Estamos juntos en esto —exclamó Alan, colocando una mano en el hombro de Sofia. —Encontraremos una manera de salvar a Elissabat, lo prometo.

Sofia asintió, con determinación en sus ojos. —No descansaré hasta que tengamos a Elissabat de vuelta a salvo entre nosotros.

Con el corazón lleno de determinación, los dos amigos comenzaron a planear su próxima jugada, decididos a enfrentarse a Clarisa y rescatar a su amiga sin importar los desafíos que tuvieran que enfrentar.

Después de semanas de búsqueda infructuosa y desesperación creciente, Alan y Sofía se encontraban en un callejón sin salida. Habían agotado todas las opciones y no encontraban la manera de salvar a Elissabat de las garras de Clarisa en las tierras oscuras.

Resonancia Elemental: Despertar en la TinieblaWhere stories live. Discover now