2

2.4K 254 62
                                    

Dos semanas después, la atmósfera en mi vida ha cambiado drásticamente. Toto ha sido más cariñoso tanto en público como en privado, y por un momento, casi parece que las cosas están mejorando entre nosotros. Pero a pesar de sus esfuerzos, una sombra persiste sobre mí. He estado sintiéndome mal últimamente, y mi retraso menstrual me tiene en vilo. Sigo sin aceptar plenamente lo que sucedió con Max, pero la realidad se niega a ser ignorada.

Toto ha insistido varias veces en que debería ir al hospital, y después de mucho aplazamiento, finalmente accedo. Entro al Hospital Ángeles y me registro para hacerme unos exámenes de sangre. Mientras espero los resultados, la ansiedad me consume. Decido que es hora de enfrentar la posibilidad más temida y llamo a Max.

—Max, tengo un retraso... Estoy en el Hospital Ángeles —digo, mi voz temblando.

—Iré para allá —responde Max inmediatamente, y cuelga antes de que pueda decir algo más.

La espera en la sala de espera se hace interminable. Trato de concentrarme en cualquier cosa para mantener la calma, pero mi mente sigue volviendo a esa noche. Me siento atrapada entre el miedo y la culpa.

Max llega poco después, con la misma determinación y preocupación en su rostro que siempre ha tenido en situaciones críticas.

—Hanna —dice, acercándose rápidamente—, ¿cómo te sientes?

—Nerviosa —respondo sinceramente, tratando de mantener la compostura—. No sé qué esperar de estos resultados.

Nos sentamos juntos, el silencio entre nosotros lleno de preguntas no formuladas. Finalmente, no puedo contenerme más y rompo el silencio.

—Max, esa noche... No puedo recordar bien lo que pasó. Todo es muy confuso —confieso, mirando mis manos.

Max me mira con seriedad, su voz baja pero firme.

—Hanna, no quiero que te sientas culpable. Las cosas entre tú y Toto no estaban bien, y ambos estábamos ebrios. Pero estoy aquí para lo que necesites, ¿de acuerdo?

Asiento, agradecida por su apoyo, pero aún abrumada por la incertidumbre.

Después de lo que parecen horas, una enfermera se acerca a nosotros con un sobre en la mano. Mi corazón late con fuerza mientras lo tomo y lo abro con manos temblorosas.

Los resultados confirman lo que temía. Estoy embarazada.

Mi mente se queda en blanco por un momento, y luego las emociones me inundan de golpe: miedo, confusión, y un profundo sentimiento de incertidumbre sobre el futuro.

—Estoy embarazada —susurro, más para mí misma que para Max.

Max se queda en silencio por un momento, procesando la información. Luego, toma mis manos entre las suyas y me mira a los ojos.

—Hanna, no estás sola en esto. Estoy aquí contigo, pase lo que pase.

La determinación en su voz me da un pequeño consuelo, pero sé que las decisiones que debo tomar no serán fáciles. Mientras trato de asimilar la noticia

Max me mira con una mezcla de determinación y esperanza, su voz cargada de promesas que nunca pensé escuchar de él.

—Hanna, podemos casarnos. Yo me haré cargo de todo. No tienes por qué seguir trabajando, puedes dedicarte solo a nuestro hijo. Lo criaremos bien, te lo prometo.

Mi mente se queda en blanco ante sus palabras, y la incredulidad se apodera de mí.

—¿Qué? ¡Max! ¡Estoy casada! —exclamo, sintiendo una mezcla de pánico y desesperación—. ¡Qué mierda!

Daddy - Max Verstappen+18Where stories live. Discover now