Capítulo 5

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Elizabeth estaba acostada en su cama en completo silencio, a su lado estaba Natasha quien trataba de entablar una conversación con su hija pero está simplemente contestaba con monosílabos. Sin previo aviso entró Steve junto con Peter, ambos con cajas en las manos.

-¿Qué traen ahí?- les preguntó Natasha mientras los veía con curiosidad

-Algo que animara un poco a Eli- Peter sacó una bolsa con un pequeño pez dorado- te presento a tu nuevo pez, Marianito

-Pensé que lo habías olvidado- Elizabeth había hablado sobre tener un pez un noche que ambos se quedaron estudiando por sus exámenes de la universidad

-Nunca olvidaría algo que quieres- el arácnido fue y le entregó el pez a Natasha- sostenga a su nieto acuático mientras el señor Rogers y yo armamos la pecera

-Siempre pensé que mi primer nieto sería una mini Wanda y no un pez de Elizabeth- se rio Natasha mientras se acercaba a la cama de su hija a mostrarle al dorado- felicidades, ahora eres madre

Elizabeth no pudo evitar reírse por lo cómica que le resultaba la situación, estaba en una cama de hospital mientras su madre le enseñaba a su nuevo hijo, un pez. Además que del otro lado su padre y Peter estaban armando la pecera, como todo un abuelo y padre orgulloso. Los presentes no evitaron sentir un alivio en su corazón al oírla reír, hace demasiado tiempo que no escuchaban aquella bella melodía.

-Mi hija mayor se pondrá celosa- bromeó Elizabeth mientras veía a Peter- ¿puedes traer a Bu?

-Se pondrá como loca cuando te vea- el arácnido estaba acomodando las piedritas en el fondo del estanque- de por sí se me va encima cuando llego a casa después de verte, te extraña demasiado

-Esperen, ¿por qué no conozco a mi otra nieta?- Steve veía al hombre con indignación- ¿Qué sigue?¿Qué me prohíban ver a Marianito?

-Cariño, no seas dramático- Natasha le dio palmaditas en la espalda a su esposo

Pasaron un par de horas decorando la pecera, aunque en realidad Elizabeth les decía dónde poner cada cosa porque ella ni siquiera podía pararse de la cama. Steve no podía estar más satisfecho con lo logrado aquel día, al menos su pequeña hija había sonreído y cumplido uno de sus deseos antes de morir, aunque prefería no pensar en lo último. Sin darse cuenta la vengadora se quedó dormida después que apretara el botón que le administraba sus sedantes cuando ya no soportaba el dolor, no lo admitiría, pero ese día había sentido dolor como nunca antes pero no se lo quiso demostrar a su familia.

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Steve esa noche se había quedado a cuidar de su hija, apenas y vio salir el sol se dispuso a preparar el desayuno, no sin antes alimentar a Marianito. El hombre estaba en la cocina cuando escucha pasos a sus espaldas, al darse la vuelta se encuentra con sus hijos mayores, quienes tenían panecillos y café en las manos. Los mellizos iban todas las mañanas con la esperanza de que su hermana les permitiera verla, aunque siempre recibían una respuesta negativa.

-Hola chicos- Steve le dio un beso en la cabeza a su hijos una vez que ambos se sentaron para sacar el desayuno- ¿Cómo durmieron?

-Mal, Sam no me dejó dormir- se quejó Pietro quien compartía habitación con el moreno mientras estaba de visita- olvide cuánto roncaba

-Yo no dormí por hacer un proyecto- Wanda había entrado hace unos meses a la academia de artes- extraño dormir- la sokoviana se recargó en el hombro de su hermano- no sé cómo lo hacía Eli, estudiaba, trabajaba y cuidaba al mundo

La vida que nos merecíamos/Los vengadores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora