Capítulo siete

0 0 0
                                    


Avalon.

Salir a comer con mi padre un viernes a al noche sin dudas no estaba dentro de mis planes favoritos en un futuro próximo, sobre todo teniendo a Florence cerca de mi nueva "casa", pero no había tenido más opción que aceptar cuando había dejado entrever que nuestro acompañante era un futuro accionista y también mi futuro suegro.

Durante la cena solo nos habíamos encargado de hablar de algunos posibles proyectos y por suerte, el señor Ross me había consultado un par de veces sobre algunas posibles ideas. Era muy fácil tenerme pendiente de una conversación referida a estos temas cuando los hombres del otro lado de la mesa no creían a primera vista que el hecho de que posara en ropa interior y vistiera de rosa tenía alguna relación con mi funcionamiento cerebral.

Parecía todo funcionar muy bien hasta que finalmente el señor Ross comentó que se retiraría con una excusa elaborada y mi padre se ofreció a acompañarlo gentilmente hasta la entrada del restaurante mientras esperaban su coche, dejándome a solas con Lowell Woodstein.

En mi vida había tenido contacto con este hombre excepto por algún cocktail o brunch empresarial, y parecía que Otis se había encargado de no mezclar nuestras agendas desde el compromiso por lo que sin dudas me sentía algo intimidada bajo sus potentes ojos grises que parecían observarlo todo.

Sabía, y más que nada entendía, que él era quien más apostaba en este acuerdo y quien más tenía por perder. Lowell tenía fé en la unión de nuestras empresas para poder salvar la suya y eso significaba que yo tenía que querer casarme con su hijo.

Habíamos dejado en claro que el presupuesto para la boda no estaba para nada reducido, pero quizás yo había sido la única que había notado en su mirada la satisfacción al escuchar que mi padre pagaría todo porque yo era su bebé.

Por ese mismo motivo, cuando extendió la carta de vinos hacía mí, dejándome en claro que esa noche la velada continuaba, no pude negar sentir que algo se me instalaba en la parte más baja del estómago, generando presión.

Él quería saber cómo iban todas las cosas con Otis... y cómo yo le iba a explicar lo que estaba sucediendo.

Que era básicamente: nada.

-Me ha comentado Travis que tú boutique es un éxito- comenta como si nada, para cortar el ambiente. Ambos sabíamos que él había investigado de punta a punta todo mi expediente, pero agradecía que fingiera no conocer mi historial- Quizás pase por allí en algún momento a comprar un presente.

-Siempre eres bienvenido, Lowell- contesto gentilmente, mientras me pregunto a mí misma qué presente podría llegar a comprar. O para quién, en verdad- ¿Prefieres un malbec?

-¿Otis ya ha dejado de frecuentar a la señorita Smith?

Yo casi me atraganto con mi propia saliva, sintiendo como mis mejillas comenzaban a sonrojarse. Tenía bastante presente que él tenía que saber sobre ellos dos, pero Otis estaba tan seguro de que no...

-No sé de qué me habla, Lowell- niego, porque antes que nada, prefería no estar involucrada.

-Sé que tú sabes que yo sé. Eres una muchacha muy inteligente como para no notarlo. Incluso Otis lo sabe, pero no quiere aceptarlo.

Yo lo miro sin saber exactamente qué contestar, porque él tiene certezas de lo que está diciendo y sinceramente todos sabemos lo que está pasando.

Para mí suerte, papá llega riéndose sobre que el señor Ross se metió a un vehículo equivocado y Lowell cambia de expresión automáticamente, dándome tiempo a pensar qué es lo que puedo hacer a continuación, porque esta conversación se tiene que terminar tarde o temprano.

Y siempre prefiero temprano a tarde.

Mientras ellos hablan de algunos temas que prefiero perderme en este momento, escribo rápidamente en el chat con Otis un par de preguntas y veo que los mensajes no le llegan, clara señal de que está con Erin e internamente me pregunto qué tanto quiero cubrirlo si él ni se preocupa por ocultar sus propias huellas.

"O que quizás no quieres pensar en ellos juntos".

Entonces soy capaz de verlos.

Del otro lado del salón puedo ver a Otis riéndose de algo que le dice Erin y ambos están tan compenetrados en su burbuja provocada por el reservado que no han notado que nosotros estamos literalmente a diez mesas de distancia.

Miro a Lowell y después a Otis simultáneamente un par de veces y me vuelvo a preguntar a mí misma si mi suegro sabe que él está aquí y por ese mismo motivo me ha preguntado si ellos siguen juntos.

Los minutos comienzan a pasar mucho más lentos a partir de ese momento y trato de poner la mejor expresión de póker cuando ellos voltean a verme en lo que queda de la cena, pero no es hasta que pedimos la cuenta que nos paramos para salir cuando Otis y Erin caminan en nuestra dirección a una inminente colisión.

Los cinco nos miramos entre sí y Erin enseguida comprende en la posición vulnerable que no solo ha quedado delante de Lowell, sino que también de mí padre.

-Ustedes nunca paran de trabajar, ¿eh?- largo inmediatamente y me acerco a Otis, que aún conmocionado por tener a su padre enfrente, no ha podido reaccionar y sacar la mano de la cintura de Erin- Le dije que no viniera por mí desde la oficina, pero no me hace caso.

Lowell me mira, analiza mi expresión y rápidamente comprende el verdadero peligro de esta situación: William Van Clarke. Mi padre es un hombre tradicional, con honor y palabra, por lo que si se enterase que mientras estamos comprometidos con Otis, él está viendo a otra persona, todo terminaría arruinado.

En perspectiva, no se puede pedirle fidelidad a dos personas que se acaban de conocer hace tan solo dos meses y ya están prontas a pasar por el altar, de manera obligada cabe destacar, pero papá jamás lo vería de esa forma, por lo que Otis estaría cometiendo la peor traición de todas y el vínculo sería imposible de recuperar.

-¿Ha traído los informes que le pedí, señorita Smith?- Lowell la fulmina con la mirada y ella da un paso hacía delante, completamente servicial ante él. Asiente, tímidamente y mi suegro le indica con un movimiento de mano que la acompaña hacía la salida.

Ambos se van y mi padre me besa en la mejilla, quizás esperanzado de que tengamos tiempo de caridad con mi prometido.

Espero que todos hayan salido y con la mejor de las sonrisas le pego con mi bolso a Otis en medio de la cabeza y lo jalo fuera del restaurante, subiéndonos a mi coche sin dirigirnos una sola palabra hasta el pent house.

-Perdona- escucho que Otis me dice cuando comienzo a subir los escalones para el segundo piso y algo en su mirada me provoca querer decirle que no pasa nada, pero me detengo esperando un poco más de él- No me di cuenta que ustedes podían ir allí.

-No solamente somos nosotros, Otis- le digo irritada, sin saber muy bien por qué- Pudo haber sido algún editor de revista, algún conocido de la empresa. Algún socio. Literalmente cualquier persona. Lo mejor que les pudo haber sucedido es que éramos nosotros y papá seguramente no quedó muy convencido al respecto. Él jamás esperaría que mienta por ti.

Mis palabras suenan muy duras y lo sé, pero estoy molesta. Y quiero que él lo sepa.

-Voy a tener más cuidado- me advierte. Está realmente apenado.

Yo lo miro sin saber exactamente qué decirle... O qué sentir al respecto.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 18 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Más allá del contratoWhere stories live. Discover now