"ese hijo de perra es un parásito y tu claramente le diste más poder al casarte con el"
Musito Daemon, viendo a su hermana.
"hermano mio, ¿como te atreves a hablarme así?"
Carraspeo Visenya en respuesta.
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{narrador omnisciente}
Medio año había pasado desde la muerte de Aemma, y la tensión en la familia real era palpable desde kilómetros.
Daemon había sido exiliado por burlarse de la muerte de Aemma y Baelon, ganandose el desprecio de Visenya fácilmente. Rhaenyra parecía evitar a Viserys lo más posible y, si no fuera por Robb, Visenya se la pasaría encerrada en sus aposentos.
—Mi padre era... Un hombre honorable —. Hablaba Visenya, jugando con las mangas de su vestido —. Y no puedo decir lo mismo de mi madre, pero no de un mala forma.
Río ligeramente, volteando a ver a Robb a su lado.
—Tengo entendido que, la princesa Alyssa era una rebelde en toda su extensión.
Sonrió Robb, tomando la mano de Visenya para ayudarla a bajar los escalones de las criptas, contemplando el cráneo de Balerion en la gran mesa rodeado de velas.
—Así es... Ella, nunca fue fanática de seguir las costumbres y tradiciones como mi tía Maegelle.
Sonrió con un suspiro la rubia, llegando hacia el altar y arrodillandose.
—¿Reza mi Lord?
Le pregunto, girando su cabeza hacia atrás al notar que Robb no la siguió hasta el altar.
—Algunas veces mi princesa. Pero no creo que sea apropiado rezar por el norte en un altar de los Targaryen.
Visenya rio ante esto, índicandole con la cabeza que se arrodillara junto a ella.
—¿Las reglas son diferentes o... puedo rezar libremente?
Le pregunto, con las manos juntas sobre la mesa.
—Puede decir lo que quiera... Es una conversación entre los dioses y usted.
Cuando vio a Robb asentir con la cabeza y cerrar los ojos, ella hizo lo mismo.
Pidió por las almas de sus padres y tíos, por las de Aemma y Baelon. Por todas las de esos niños desamparados qué vagaban por las calles de King's Landing y que por alguna razón, la madre castrara a todos los voladores y depravados.
Cuando termino, suspiro separando las manos y levantandose.
—¿Reza seguido mi princesa?
Le cuestiono Robb, caminando junto a ella fuera de la cripta.
—Se siente bien poder hablar con alguien que no te juzgará, sin importar que.
—Bueno... Eso es cierto. Se siente refrescante, no es así?
Le sonrió ligeramente, abriéndole las puertas, encontrandose con Otto Hightower.
—Mi princesa... — Murmuró amargamente el mayor, bajando ligeramente la cabeza —. Le deseo un feliz matrimonio...
