Perdida Otra Vez

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Cuando Nancy despertó su mente estaba confundida debido al golpe en su cabeza. De pronto no sabía nada de nada sobre sí misma, salvo su nombre. La lluvia seguía cayendo solo que más lento. El frío calaba sus huesos, por tal razón buscó algo para abrigarse de ese sitio olvidado por el tiempo.

La confusión mental que ella sentía la tenía angustiada, debido a lo vulnerable que era estando en ese estado mental actual. Temblaba y no se debía solo al frío. Se pasó su mano por su mejilla comprobando que estaba llorando. Encontró ropas limpias y secas y se quitó el mojado vestido naranja, para secarse y colocarse las otras ropas .

Un pantalón azul ajustado, una blusa negra, un buzo azul con rayas negras en sus mangas. Medias y zapatillas azules. Luego se colocó una túnica negra y azul con capucha. Cuando salió del lugar había dejado de llover pero el frío era intenso, por tal razón se colocó la capucha y se alejó del lugar.

Por supuesto que los policías  siguieron buscándola pero no le prestaron atención a ella debido al excelente camuflaje que llevaba puesto. Su instinto le indicaba que debía alejarse tanto de los policías como de todas las personas que habitan la zona privilegiada.

Seguía temblando como una hoja pero no se debía al frío sino a los nervios y a la intensa angustia que sentía al saberse perdida y sin memoria.

¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde iré ahora?

Nancy fue deambulando sin rumbo alguno hasta salir del sector privilegiado, para adentrarse al mundo de los suburbios. Aunque el espectáculo visual se había vuelto aterrador, a ella no le importó eso ya que podía sentirse más segura allí que en la zona privilegiada donde habita la aristocracia.

Su cabeza le dolía y a decir verdad estaba volviendola loca, en lo más íntimo de su ser esperaba morir y ahora no sabía el motivo por el cuál se sentía de esa manera. Con los primeros rayos del sol llegó a una iglesia algo alejada de todo y de todos.

El hambre la devoraba por dentro ya que le rugían las tripas, por supuesto que al dolor se le sumó un intenso mareo que amenazaba con noquearla. Con sus últimas fuerzas golpeó la puerta de la iglesia. Un joven sacerdote la atendió pero ella cayó inconsciente en sus brazos, dejando al sacerdote estupefacto.

- Oiga, señorita ¿Está bien? Señorita despierte. Señorita. Oh no ¡Padre! ¡Padre! ¡Hay un problema aquí! ¿Podría venir un momento?

 Oh no ¡Padre! ¡Padre! ¡Hay un problema aquí! ¿Podría venir un momento?

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⏰ Last updated: Jun 25 ⏰

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