Capítulo 3. Besar al abismo

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Hazel.

Muevo mis dedos en el teclado, mantengo mis ojos cerrados mientras siento la melodía invadir la estancia, pero las escenas de anoche avasallan mis pensamientos, aprieto mi rostro haciendo ademanes, meto presión y velocidad formando la composición, pero sus ojos azules invaden mi mente, sus embestidas en mi coño, su lengua lamiendo mi piel como un gato hambriento. Fue un sueño, sí, eso fue lo que sucedió esa noche, tanto los hombres, la sangre esparcida en el suelo, todo fue una jodida pesadilla, fue otro día más en el purgatorio, sí, fue eso.

-¡Kavanagh! -Jake golpea el teclado haciéndome sobresaltar en el asiento-. ¡Me dan ganas de golpearte la cabeza con el teclado! -masculla enfurecido-. ¡Te necesito concentrada! ¡Tu disciplina de mierda no es un puto juego!

Bufo por lo bajo, no necesito oponerme con él, siempre está gritándome por más que objeto. Así que no vale la pena hacerle caso, de todas formas tiene razón, mi disciplina no es un juego y estoy perdiendo el tiempo pensando en cosas que no sucedieron.

-¡Ponte pilas, que necesito que esos dedos se muevan a la perfección! ¡De aquí no sales hasta que te sangren las yemas de los putos dedos!

Mis dedos continúan moviéndose en el teclado comenzando de nuevo la melodía, cierro mis ojos siempre porque es una manera de concentrarme y relajarme, lo he hecho durante muchos años, a parte de que ayuda a lidiar con el pánico escénico y para no verle la cara a este verdugo del piano.

-¡Mal! -Jake vuelve a golpear el teclado con el puño con una fuerza que me hace levantarme del asiento asustada-. ¡Haces todo mal! ¡Esto que estás tocando es basura al igual que tú! ¡¿Por qué carajo no practicas?! ¡Parece que eres una aprendiz y no una puta profesional!

-¡Pongo todo mi esfuerzo en ello, pero usted no deja de gritarme! -le alzo la voz.

-Me decepcionas, Hazel. -musita despacio-. Todo tu profesionalismo se ha ido al carajo porque no puedes hacer nada bien. De hecho, no sé por qué carajo firmé los papeles de tu título si eres un jodido fraude.

-¡Deje de insultarme! ¡Usted es un maldito hijo de puta! -mando mis manos a mi boca, ¿qué he dicho?

Jake comienza a negar con la cabeza.

-Muy bien, Hazel. -aprieta su mandíbula, furioso-. No haces más que provocarme, ¿y sabes lo que le hago a las personas que me provocan? ¡¿Ah?! -grita de inmediato, me sobresalto apretando mis puños y retrocedo un poco-. No tienes ni una puta idea de lo que he sufrido para llegar hasta donde estoy, ¡¿y crees que una estúpida como tú me va a venir a insultar a mí?! ¡¿Ah?!

-Lo siento, señor Byrne, es que...

Callo cuando los labios de Jake se unen con los míos, abro mis ojos de improviso y me quedo quieta mientras me lame los labios y su lengua intenta abrirme la boca, lo empujo pero sus manos toman mis hombros con fuerza y me empuja contra él forzándome.

-¡Quíte...! -golpeo sus brazos pero se empeña en besarme con fuerza-. ¡Quítese!

-¡Mírame, Hazel! -me agita con fuerza-. Tienes que abrir los ojos y fijarte en el hombre correcto.

¿Qué mierda?

-Ningún otro hombre va a poder satisfacerte como yo puedo -toma mi rostro entre sus manos, no le importa que lo esté mirando con terror y asco, se lame los labios mientras baja la vista hacia mi boca-. Piénsalo, ¿sí?

No tengo qué pensar nada, ¡esto es asqueroso!

-No sé qué imagen tengas de mí, pero no es la que crees -intento empujarlo pero me sostiene con rabia-. ¡Suélteme! ¡No tengo nada qué pensar porque no me gusta y usted es muy viejo para mí!

Seducir a la bestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora