Capítulo 7. Orfeo y Eurídice

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A último momento, olvidando las palabras de la reina infernal, Orfeo cede al imperioso deseo. Vuelve hacia atrás la mirada dolorida y sólo divisa una sombra, traslúcida llorosa, que retorna a la oscuridad. Todo está perdido.


(...)


«Estás soñando, Marta»

Se removió entre las sábanas, inquieta, porque en el interior de su cabeza seguía estando físicamente con ella, abrazándose a su cuerpo en medio de la oscuridad mientras se besaban. Pero el resto de su ser comenzaba a entender lo que sucedía, el fino hilo que la ataba a ese mundo estaba a punto de cortarse y era consciente de que ella pronto desaparecería. Pero no quería que lo hiciera. Unos segundos más, eso necesitaba, sólo unos segundos de seguir disfrutando esa otra realidad en la que podía gozar de su compañía sin miedo a las consecuencias.

«Estás soñando...»

La voz de la Fina irreal se fue desvaneciendo poco a poco hacia algún otro punto de su subconsciente, evaporándose de la misma manera que lo hizo su imagen segundos después. La sensación de su recuerdo, en cambio, la acompañó el resto del día. Lo siguiente que vieron sus ojos al abrirse fue su habitación, bañada de esa luz suave del amanecer y cómo ésta iba filtrándose hasta llegar a los huecos más recónditos de la estancia.

Los cerró de nuevo, con fuerza. Sabía que ya no había posibilidad de regresar a ese sueño, por más que le hubiese gustado. Las caricias de Fina se habían quedado en el limbo, de igual manera que lo había hecho la calidez de sus brazos rodeándola, o su propia sensación de paz cuando se encontraba con ella. Se dio la vuelta hasta quedar completamente boca arriba, con las manos extendidas hacia los lados, y cuando menos lo esperó un pensamiento cruzó su mente.

De repente fue consciente de lo inmensa que era aquella cama, que prácticamente la envolvía cada noche hacia su interior y la cobijaba de una vida solitaria a la que se había acostumbrado hacía demasiado. ¿Cómo era posible que en todos esos años de matrimonio nunca se hubiese planteado la existencia de un cuerpo que añorar al otro lado? Había dormido muchas veces con Jaime, especialmente la temporada que pasó con él en uno de los navíos en los que trabajó, pero nunca tuvo problema a la hora de regresar a su propio colchón. No echaba en falta nada que no fuese esa compañía en la intemperie, o quizá incluso había interiorizado la idea de dormir con su marido por el simple hecho del título que tenía en su vida.

Con él había sentido el contacto de la piel, con Fina la existencia del alma una vez es correspondido.

Hasta tal punto que su subconsciente había tenido la necesidad de recrearlo, de otorgarle ese privilegio en el único lugar que podía permitírselo. Bufó, exasperada y contrariada por la cantidad de emociones que estaban asaltándola a primera hora de la mañana. Pero cómo no iban a hacerlo si se había dormido pensando en Fina, soñado con ella y levantado recordándola, porque no era capaz de soltarla ni en el mundo real ni tampoco en el onírico.

Y eso la traía por un camino extraño, desconocido, del que no dejaba de sorprenderse. A Marta De La Reina nunca le habían gustado las sorpresas, ni los imprevistos, ni nada que se saliese de su mano o el control que toda su vida le suponía. El simple hecho de sentirse dominada por una emoción que no comprendía alteraba el curso de su vida, sumiéndola a un incesante ritmo de subidas y bajadas. Sabía que nunca encontraría lógica a lo que sentía, por más que tratase de analizarlo, solo que a veces se sentía verdaderamente loca de amor.

LA CONSTELACIÓN DE TU MIRADA | AUWhere stories live. Discover now