Akiko, una joven ninja retirada después de la cuarta guerra se encuentra con Gaara el cuarto kasekage, un pequeño tropiezo da inicio a la relación más complicada que puedan tener.
La historia va a contener lemmon 🍋🍋 y es para mayores de 18, así qu...
En la aldea de la arena, en medio de una tormenta, en una simple cocina, ahí estábamos, los brazos del kazekage el hombre más poderoso en el lugar me rodeaban y sus labios besaban la piel de mi cuello haciéndome sentir que flotaba, la angustia que me atormentaba había acabado y había sido tan simple que me dió vergüenza pensar en lo mucho que mi mente lo había complicado, pero eso no me preocupaba ahora.
- Gaara...~ ese simple sonido salió de mi boca como si suplicara más y realmente lo hacía, mi mente estaba nublada por el deseo y no importaba donde estábamos, quería ser suya.
Me dió la vuelta lentamente hasta quedar de frente, nuestras miradas se encontraron y aquella acción me hizo sonrojar, que descaro de mi parte sonrojarme por algo tan simple sabiendo todas las cosas que podríamos hacer a partir de ahora, él tomo mi mentón y lo subió ligeramente para tener mejor acceso a mi rostro, luego de eso se inclinó ligeramente hacia mí, yo cerré los ojos y mientras esperaba sentir el suave toque de sus labios su aliento acariciaba mi piel.
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No había nada más dulce que su boca, podía sentir el sabor de la mermelada en su lengua que introducía y acariciaba la mía.
No supe que me hacía tanta falta el contacto con su piel hasta ahora, con el simple roce de nuestros cuerpos, era como haber estado en abstinencia y poder conseguir al fin aquello que deseabas tanto, que te hacía tanta falta.
Cada preciso movimiento de sus labios sobre los míos hacían que la pequeña llama que habitaba en mi centro comenzará a expandirse por todo mi cuerpo, consumiendo cada gota de cordura a su paso, volviéndome una salvaje hambrienta de él, mis inquietas manos se pasearon por su amplia espalda Sintiendo cada músculo sobre la tela hasta aferrarse a ella con fuerza, gaara parecía igual de extasiado, al separar nuestros rostros pude ver aquel delicado rubor que cubría sus mejillas y nuestros alientos cálidos chocaban en medio mientras un pequeño hilo de saliva se cortaba.
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- se mía siempre- susurro, aquella suplica nisiquiera necesitaba una respuesta, lo sería, lo sería ahora al igual que lo fui antes y lo sería en el futuro sin siquiera pensarlo.
- te amo- las palabras salieron de mi boca porque era lo que sentía, no podía recordar si en algún otro encuentro llegué a decírselo, pero solo me importaban ahora, quería que él supiera lo que sentía y eso fue todo...
