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Luego del acuerdo entre Pescado Rabioso y la nueva productora, las grabaciones para el primer álbum de la banda comenzaron.

Luis ya estaba acostumbrado a ésto porque no era la primera vez que grababa un álbum, así que por suerte todo fluyó bien.

Los días en el estudio de grabación eran largos y exigentes, pero Luis se sentía más vivo que nunca. La música fluía, y cada acorde, cada letra, parecía resonar con una nueva profundidad, inspiradas en varios acontecimientos de su vida.

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Una tarde, después de finalizar la grabación de rutina, Luis se quedó charlando con David mientras el resto de la banda recogía sus cosas y se iban dejando al par solo en el estudio.

La conversación se desvió hacia temas personales y, sin poder contenerse más, Luis le contó lo que empezaba a sentir por Maggie.

David lo miró con una sonrisa comprensiva.

– Pero era obvio flaco. Se re notaba... – dijo riendo. – ¿Se lo dijiste?

– Si. Algo le dije... Pero no sé. Es todo tan nuevo... Me da miedo.

– Mira, yo por lo que he visto Maggie es re buena mina. No la dejes ir, vos también sos re buen pibe y te mereces a una chica asi. ¿Cuál es el problema?

– Ese supongo, que es todo tan real y lindo... Que no lo quiero arruinar.

– ¿Que lo vas a arruinar? – rió David. – Sos el pibe más piola que conocí, Luis. Déjate de hablar pavadas vos también. Relájate, se que puede ser atemorizante al principio. Pero déjalo fluir... Nada más.

Luis asintió, sintiéndose un poco más aliviado al escuchar las palabras de su amigo.

– Gracias, viejo. Necesitaba escuchar eso. La palabra de un amigo.


• • •


Las semanas siguientes, Luis y Maggie comenzaron a pasar más tiempo juntos.

Recorrían la ciudad paseando en largas caminatas nocturnas. Iban al cine a ver las últimas películas que salían, a veces en maratones de dos películas seguidas. Disfrutaban de tardes soleadas tomando mates en la plaza... Todo iba de maravilla.

Poco a poco su vínculo comenzaba a afianzarse cada día más.

Una noche, decidieron ir al parque de diversiones.  Las luces brillaban con un resplandor colorido, y la risa de los chicos, adolescentes e incluso adultos llenaba el aire.

Los dos caminaron abrazados de lado, sintiendo la emoción del lugar.

– ¿A cual te querés subir primero? – pregunto Luis mirando todo.

– ¡Al tren del terror! – dijo ella emocionada.

Éste miró con una mueca a la atracción que se encontraba a unos metros de distancia.

– ¿Estás segura?

– ¡Obvio! Que... ¿Me vas a decir que te da miedo? – volteó a verlo divertida.

– No, para nada... Es que hay otros mejores. – intentó disfrazar sus sentimientos.

Pero la realidad era que si, un poco de miedo le daba. No le gustaba sentirse así, alarmado. Le gustaba subirse a atraccciones para reírse y pasarla bien.

– ¿Y si vamos a la rueda de la fortuna mejor?

– Ah, sos un romántico vos... – rió ella molestandola.

– Bueno, bueno... Vamos primero al tren del terror. Y después vamos a uno que elija yo.

Termino accediendo. Maggie aplaudió contenta y se dirigieron a la primera atracción.

Corazón de tiza | Luis Alberto Spinetta Where stories live. Discover now