•|CAPÍTULO 7: ENTRE CONFESIONES Y CORAZONES ROTOS.

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Angelique

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Angelique.

—¿Oíste lo que te dije?—La voz de mi padre me sacó de mis pensamientos y giré el rostro para ver sus ojos claros.

—Claro.

Él elevó las cejas mientras con la cuchara trataba de darle a Grace su papilla. Está tan embobado por ella.

—¿Y qué piensas?

—No es mala idea y debo de admitir que Adelaine al fin tuvo una buena idea—solté tomando la copa de la mesa.

Puede que a todos los tengan felices y es porque Grace existe. La niña es el centro del universo de está familia y el salvavidas de su madre para que nadie la odie.

Pero personalmente su ausencia durante todo este tiempo me afectó demasiado. Porque joder, es mi mejor amiga de casi toda la vida y simplemente desapareció de la nada después del accidente; y sí, respeto lo que hizo, más no la manera.

Me refugié en la danza contemporánea y en trabajar dentro de la empresa familiar tras también haber terminado con Piero. Lo que de cierta manera ayudó para distraerte, pero como dice mi madre, tengo que encontrar algo estable.

—Piensalo hija—habló él con dulzura —, yo estaré feliz sabiendo que mis hijos están en la empresa familiar o en algo relacionado.

Asentí levantándome sin soltar mi copa, rodeé el salón saliendo a la terraza tratando de encontrar un poco de aire fresco. No entiendo la presión de la abuela por hacernos convivir todos juntos cuando ella sabe que acabará en caos.

La risa de Flora logra irritarme y tan solo volteó a ver cómo sigue con esa sonrisa en la cara mientras se amolda al ambiente familiar del que no tiene nada que ver con ella. ¿Por carajos aún no se va?

Dejo la copa en cuanto puedo encontrar el rincón más alejado de todo el bullicio. Dejó que el aire fresco me de en la cara mientras me detengo a disfrutarlo, me recargo en el mármol que divide la terraza del jardín al momento que quedó entre los arbustos.

—Siempre has sido buena para lograr esconderte en estos lugares.

Me quedo helada al oír esa voz que terminé girando para ver la silueta a pocos metros de mi.

—¡Con un demonio!—Exclamé un poco molesta y este soltó una leve risita.

—¿Por qué estás aquí?

—Por la misma razón que tú.

Ignore que las ramas de los arbustos se clavaron un poco en la piel descubierta de mi vestido cuando retrocedí al verlo venir en mi dirección.

La luz le dió de lleno en el rostro al pasar por debajo de uno de los faroles.

—Al fin me logras dirigir la palabra, angel.

Me erguí en mi lugar.

—Soy Angelique Dassaúlt para ti.

Él presionó los labios en una línea fina.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora