Capítulo 06: Susurros en la Melodía

10 5 8
                                    

El sonido del piano llena la habitación mientras mis dedos bailan sobre las teclas, arrastrando notas de una melodía que parece reflejar mi estado de ánimo. El recuerdo del baile de hace tres noches sigue fresco en mi mente, como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento.

Aún me siento afectada por lo que sucedió con Alexander. Su desplante me dejó con un sabor amargo en la boca y un nudo en el estómago que parece no desaparecer. Me pregunto una y otra vez qué fue lo que hice mal, por qué se alejó de mí de esa manera. Pero no tengo respuestas.

Sigo tocando el piano, dejando que la música me envuelva, tratando de encontrar consuelo en las notas que flotan en el aire. Cierro los ojos y me dejo llevar por la melodía, tratando de alejar los pensamientos que amenazan con abrumarme.

El recuerdo de Lord Andrew se cuela en mi mente, como un rayo de sol en medio de la oscuridad. Aunque solo pasamos unos momentos juntos, su presencia me trajo un poco de alegría en una noche que parecía destinada a ser desastrosa. Su cortesía y galantería me hicieron olvidar por un instante mis preocupaciones, y por eso le estaré eternamente agradecida.

Pero cuando me invitó a salir, algo dentro de mí se detuvo. No puedo aceptar sus atenciones, no cuando aún siento el peso de lo que pasó con Alexander sobre mis hombros. Sería injusto para él y para mí. Así que, con un nudo en la garganta, le dije que no.

De repente, el sonido del timbre me saca de mis pensamientos. Dejo de tocar el piano y me levanto, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. ¿Será Alexander? ¿Ha venido finalmente a disculparse? La esperanza y el miedo se mezclan en mi interior mientras camino hacia la puerta.

Al abrir, me encuentro con un ramo de flores en el suelo. Girasoles, con sus pétalos amarillos brillantes que parecen traer un poco de luz a la habitación. Una pequeña nota en cursiva reposa sobre ellos, y cuando la leo, las lágrimas amenazan con desbordarse de mis ojos.

"Para mi pequeña Emily".

Esas palabras, las mismas que Alexander me dijo aquella noche. La emoción me embarga mientras busco con la mirada a mi alrededor, esperando verlo allí parado, con una sonrisa en los labios. Pero no hay rastro de él.

Con cuidado, recojo el ramo y entro a la casa, decidida a cuidarlo y agregarlo a la decoración. Pero antes de que pueda hacerlo, el timbre vuelve a sonar, esta vez con más insistencia.

Corro hacia la puerta y la abro rápidamente, esperando ver a Alexander allí de pie. Pero en su lugar, me encuentro con dos policías del pueblo, con sus uniformes oscuros y sus sombreros de ala ancha.

—¿Es usted Emily Thorne? —pregunta uno de ellos, con una mirada seria en su rostro.

Asiento con nerviosismo, preguntándome qué están haciendo allí.

—¿Y usted estuvo en el baile hace tres noches? —continúa el otro, mirándome fijamente.

Asiento de nuevo, sintiendo un escalofrío recorrerme la espalda.

—¿Conoce a un hombre llamado Lord Andrew? —pregunta el primero, y siento que el mundo se detiene a mi alrededor.

El zumbido en mis oídos ahoga sus palabras, mientras mi mente se sumerge en un mar de pensamientos oscuros y horribles. ¿Qué ha pasado con Lord Andrew? ¿Por qué están preguntando por él? ¿Acaso algo malo le ha sucedido?

—Señorita Thorne, ¿puede decirnos qué tipo de relación tenía con Lord Andrew? —pregunta uno de los policías, su tono firme y directo.

Trago saliva con dificultad, sintiendo un nudo en mi garganta. ¿Qué les digo? ¿Cómo explico que apenas lo conocí esa noche y que no sé nada más sobre él?

EL PECADO DE EMILYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora