Capítulo 19: Situaciones inesperadas

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    Soy una de esas personas cuya personalidad cambia por completo cuando cumple años. Lo he discutido con mis amigos y la mayoría me ha llamado loco, pero algunas pocas personas han coincidido conmigo, como mi abuelo. Quizá la locura sea hereditaria, pero no creo que seamos los únicos a quienes los cumpleaños o las fiestas en sí, nos despiertan emociones extremas: felicidad, nostalgia, gratitud, ansiedad. Mi abuelo suele decir que nuestras emociones se intensifican de forma inexplicable en nuestro cumpleaños, y es verdad. Es como si todo lo vivido en el último año se concentrara en un solo día: el cambio de universidad, la enfermedad de mi abuelo, la evolución en la relación con Kader y el haber conocido al fin a mi alma gemela, Rune. Puede sonar a locura, pero para mí es totalmente lógico. Como cuando estuve a solas con Kader hace unos minutos y todo parecía distinto, nuestro, o como ahora, sintiendo una inmensa felicidad al ver a este chico frente a mí con una sonrisa.

—Miloh, ¿te has decolorado el cabello?

—Kai, ¿te has rapado?

Sonreí y lo abracé, atrayéndolo hacia mi.

—Feliz cumpleaños —dijo arreglando la remera bordó que llevaba puesta, la cual se le había subido mínimamente.

—¡Gracias! ¿Y qué mierda haces aquí? O sea, no es que me moleste, ¡qué bueno que estés aquí! —dije algo nervioso—. Pero ¿cómo supiste en donde me encontraba? ¿Y en qué momento?

—Me llamó el castaño ese que dice ser tu mejor amigo, dijo que no dejaría de llamarme hasta que le confirmara que vendría.

Hundí mi entrecejo, viendo como me sonreía a la distancia, levantando sus dos pulgares.

—¿De dónde mierda ha sacado tu número?

—Dijo que revisó tu teléfono.

—Sí, suena a Theo —respondí entre risas y él sonrió.

Theo siempre ha tenido ese no se qué, él quiere tomar la iniciativa de las cosas, solucionarlas para que el resto la pase bien, aunque debía de admitir que quitarme el teléfono para buscar el número de Kai sí que ha sobrepasado sus propios limites. 

—¿Y cómo ha estado el viaje?

—Bien, aunque ya no es lo mismo andar en moto si no es contigo.

Asentí, dándole unas palmadas.

—¿Por qué? ¿Tanto te gustaba que te deje atrás?

Él alzó sus cejas, asintiendo con ironía.

—¿Atrás? En mis recuerdos era completamente al revés.

—No cuenta si tienes una de mil cc.

Él se achicó de hombros.

—¿Y continuas yendo a los circuitos? —pregunté con curiosidad.

—Todos los malditos viernes, es desestresarte. 

Reí, pero cuando iba a hablar alguien prendió la televisión y ese alguien era Theo.

—No, por favor. No de nuevo —murmuré negando.

—¿Qué? —preguntó Kai, queriendo saber más.

—Ya veras.

Theo puso un video en la televisión y la gente comenzó a verlo, lo hubiera mandado a la mierda si solo fueran imágenes mías, pero en su lugar eran imágenes generales de nuestra amistad, de cuando éramos más pequeños, de nuestros compañeros de la adolescencia, etc.

Mostrar imagenes graciosas era una tradición que teníamos con Theo cuando éramos unos adolescentes, él solía juntar todas las imagenes horribles mías a lo largo del año y ponerlas en un video y yo hacía lo mismo el día de su cumpleaños. Sí, era una tradición estúpida, pero una que había extrañado y de la cual me había olvidado por completo. Aunque sí, a veces me daba ganas de matarlo por la elección de imágenes poco favorecedoras.

Un sueño indeseadoWhere stories live. Discover now