Capitulo 11: Lemon Meringue Pie.

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—¿Q-Qué? — Jacob se tensó.

—Sí, sí, eres tú. — Luca recompuso su postura, nervioso. —¿Cómo no pude darme cuenta? ¡E-Eres él, eres Jake!

El pelinegro se llevó su mano a su cabeza, despeinándose con brusquedad.

—N-No sabía que reaccionarias así. — dijo el castaño.

El otro chico lo observó de arriba hacia abajo con incredulidad. 

—¿Y como creías que iba a reaccionar? Me escuchaste hablando de ti. Me escuchaste todo este tiempo diciéndote lo mucho que te extrañaba. Esto es una broma, ¿cierto? — una de las lágrimas que estuvo reteniendo recorrió su mejilla. —¿Quién carajo te dio esto? —le mostró el disco. —¿Dónde está el Jake de verdad?

—El sábado fui a buscarlo a casa de mi madre. – confesó el ojiazul, tartamudeando. —Te lo iba a decir, lo juro, pero no me alcanzó el tiempo.

—¿Tiempo de qué? — refutó el otro, secando su lágrima con rapidez. —Pudiste decírmelo cuando nos conocimos, decidiste pasar de largo.

—No lo sé, yo… me siento raro, Luca. 

Esas palabras desconcertaron al chico, frunciendo su ceño, intentando buscar una explicación.

—Maia… — susurró.

—¿Qué tiene ella?

—Por ella estás confundido en este preciso momento, la tienes dándote vueltas en la cabeza constantemente. —espetó. —Estoy seguro de que no me lo dijiste por ella, tienes miedo a que tu exnovia piense que eres un homosexual de primera.

—¿Qué? No, espera… Estás yéndote por las ramas.

—Jacob, desde que te volví a ver, tenía la certeza de que eras tú, simplemente me hice el ciego y comencé a obligarme a dejar de pensar en esas cosas. Comencé a olvidar pequeños detalles que me recordaban a ti. Tú te fuiste, me dejaste solo. No te lo voy a reclamar porque toda mi vida lo he estado y he hecho todo lo que quiero sin ayuda de nadie. Pero carajo, solo tenía doce años cuando te largaste. No sabes cuánto lloré luego de que llegara el día en que te despediste de mí, en la misma jodida parada donde se despidieron mis padres.

Jacob intentó acercarse, pero cada vez que daba un paso el pecoso se hacía más para atrás, algo que lo hizo parar.

—Fue mi error, — dijo. —te juro que no es como piensas. Estuve horas intentando descifrar una buena manera para decírtelo, pero pensé que todo iba a resultar incómodo, que no ibas a querer verme. Todo tiene una explicación, pero simplemente no puedo.

Ninguno de los dos habló más por un tiempo, notaban que el ambiente era tenso.

Jacob comenzó a sentirse algo mal, unas pequeñas punzadas en su corazón lo atacaban poco a poco, sintiendo como si se estuviera quemando.

—Necesito estar solo. —Luca tomó su teléfono que yacía en su cama y una de las llaves de la habitación, saliendo de esta con un portazo.

El castaño se quedó perplejo, viendo como el chico se iba con su rostro enrojecido debido a su enojo o tal vez decepción.

Este se dirigió afuera del hotel, caminando por las calles del lugar.

Al pasar unas cuadras sacó su teléfono y llamó al número de su mejor amiga.

Sintió el teléfono sonar varias veces, llevándolo al buzón de voz.

Inició la llamada unas cuantas veces más, sabía que la chica estaba durmiendo. Hasta que a la quinta llamada contestó.

La Belleza De Volver A Encontrarte [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora