Sobreprotector.

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Día 2: Lápiz Labial.

Loid cruzó el umbral de la puerta y encontró a su esposa profundamente dormida de lado en el sofá de la sala, Bond acostado en el piso cuidando de ella. 

Bond fue probablemente el primero en enterarse del embarazo de Yor, actuaba extraño semanas antes de que ella fuera a la clínica, se acostaba cerca de ella todo el tiempo, olfateaba su estómago y hasta aseguraba que no cargará demasiado. Cuando supo de la noticia Loid comprendió entonces que le pasaba a Bond.

Anya también sabía ahora del bebé, no es como que pudieran ocultarle mucho más la noticia, aunque hubieran querido. No querían ilusionar a Anya con un hermano si algo pasaba mal en medio camino. Sin embargo, no es como que pudieran ocultarlo de ella, de hecho ya era un milagro que Bond no tuviera una visión y Anya lo viera. Lo cual les dió suficiente tiempo para discutir sobre el embarazo o procesarlo por su parte hasta que estuvieran listos.

Se arrodilló en el piso, tomó su mano en la suya y dejó un suave beso contra sus nudillos. Ella se movió un poco pero no se despertó, lo cual hizo que Loid se fijará en su rostro.

Dormía plácidamente, ni siquiera se había despertado con todo el ruido que hizo él al entrar a casa o el toque. Antes de solo abrir la puerta la hubiera puesto en modo alerta. Estaba bien, ya no necesitaban ser las mismas máquinas que alguna vez fueron.

Loid se había asegurado de comprar una casa en un lugar calmado, con una buena escuela cerca para Anya. Su vecindario no era peligroso, ella podía darse el lujo y se había ganado el derecho de dormir cómoda y sin preocupaciones.

Aunque no le gustaba que ella estuviera dormida en el sofá. No estaba cómoda, ni tampoco tenía algo cubriendo su cuerpo del frío de afuera.

Él se encargó de dejar la cena que trajo del restaurante en la cocina, lejos del alcance de Bond, dejó su abrigo y sombrero en el recibidor y luego camino al sofá para cargar a su esposa estilo nupcial.

Su cabeza terminó en su hombro, sus manos sobre su vientre, aún inconsciente. Sonrió aún más, ella no solía tener siestas en la tarde, prefería irse a dormir temprano que perder el tiempo en la tarde o eso es lo que ella solía decir.

Subió las escaleras y con cuidado depositó a Yor al medio de su cama matrimonial, le quitó la diadema de la cabeza, luego los tacones que pronto tendría que dejar de usar y la cubrió con una manta doblada a los pies de la cama.

Aún con todo el cuidado que él tuvo, sus ojos rojos se abrieron poco a poco, intentando adaptarse a la luz de la habitación, aunque solo era una lámpara en el lado de la cama de Loid.

Él se sentó en la cama, ahuecó la mejilla de Yor, haciéndola saltar por el repentino toque, ella solo se inclinó más a él cuando lo reconoció.

—Buenos días, lo siento no quise despertarte... Vuelve a dormir —murmuró.

Ella negó con la cabeza, sus dos manos se dirigieron al toque de Loid, hundiendo más su rostro en su palma con la ayuda de sus propias manos.

—¿Qué hora es? —habló con la voz ronca.
—Las siete. ¿A qué hora te dormiste? ¿Tienes hambre? ¿Quieres algo más? —preguntó.

Yor carcajeó un poco y negó con la cabeza.

—A las cinco, la verdad ni siquiera sabía que tenía sueño hasta que me acosté. Tenemos que ir a recoger a Anya.
—Lo sé, iremos a recogerla.

Loid prefería ir solo, dejar a su esposa en la casa y que descanse o recupere tanto el sueño que pierde cada noche por la incomodidad. Pero ella ya había recalcado un montón de veces que no estaba enferma, solo estaba embarazada. Lo cual era cierto, pero su ansiedad no quería dejar hacer absolutamente nada a su esposa.

—Dejame cambiarme y...
—Sin embargo, antes de eso te traje algo.

Yor frunció el ceño.

—¿Es una fecha importante que olvide?
—No, solo lo ví en la calle y lo compré, sé que este es tu favorito y cuando lo buscas no suelen encontrarlo.

Loid soltó su mejilla, ella extrañó de inmediato su contacto. Su toque era lo suficiente para calmar toda la ansiedad o incertidumbre que su corazón tenía todo el tiempo. Tanto miedo por moverse mal y que algo pasara con el bebé, o por comer algo que le hiciera daño. Él era su alivio. Anya también, pero no estaba con ella toda la tarde lo que la llevó a profundizar en sus pensamientos y sentimientos.

—Ten —Loid extendió algo hacia ella.

Yor lo tomó con sus dedos, al mismo tiempo que se sentaba en la cama. Al verlo mejor, era el mismo lápiz labial que Loid le compró hace mucho tiempo, uno el cual solo usaba de vez en cuando porque no quería terminarlo y no encontrar uno igual.

Ella sonrió.

—Gracias, Loid.
—De nada hermosa. Cámbiate, usa el labial y luego iremos por Anya.

Ella destapó el labial, se lo puso en sus labios y lo esparció con una maniobra que solía verla de su mamá cuando se arreglaba. Hace tantos años.

—Ven aquí —Yor tomó a Loid del cuello de su suéter y lo besó.

Solo un dulce y delicado beso basto para que su corazón dejará de latir tan aceleradamente, que todos sus miedos y preocupaciones se esfumaran. Él era tan dulce y delicado con ella, amaba cómo la cuidaba, lo mucho que la amaba. Está tan enamorada de él.

—Mi amor, tenemos que ir por nuestra hija, ¿recuerdas? Una pequeña de pelo rosado, con una energía única e imaginación enorme —razonó con ella separándose de sus labios.

Aunque estaba tan necesitado de su toque como ella de él.

—Lo sé. Solo un beso más... Solo uno más.

Yor beso de nuevo sus labios, Loid entonces se movió en la cama, sujetando a su esposa de la cintura, acomodando a Yor sobre su regazo. Mientras que sus labios saboreaban la miel que contenía su labial y lo dulce que sabía ella.

Sus labios parecían que dejaron de querer simplemente besarse, querían fundirse en uno en ese mismo momento, dejar que todo el miedo y la angustia se fueran y sean reemplazados con paz, con el amor que se tenían y con el mismo amor que hicieron al bebé.

—Mi amor, tenemos que ir a recoger a Anya... —él separó sus labios de los de ella.
—Lo sé... Lo sé —jadeó.

Cuando sus ojos se abrieron, ella se sonrojó como hace tiempo no lo hacía, Loid estuvo a punto de preguntarle porque hasta que sintió sus dedos limpiar sus labios.

—Lo siento, deje marcas de mi labial por tu boca...
—No te disculpes, me encanta como sabes.

Ella chilló y se ocultó en su pecho, lo cual solo provocó una carcajada de él.

—Continuaremos esto más tarde. Preciosa, vamos a recoger a Anya.
—Está bien. Te amo.

Yor dejó una marca más en su mejilla.

Twiyor Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora