Capitulo 24 - Desquitate Conmigo.

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– Todo está listo.

– ¿Qué te dijo?.

– Viene en camino, ya todo está preparado para cuando el venga.

– Ahora todo depende de ti, Virginia.

Colgaron la llamada y Virginia simplemente espero a que José Luis llegara, ya se había tomado unas pastillas para dormir y cálculo el tiempo justo para que cuando el moreno llegara, se diera la sorpresa de su vida.

– ¡Virginia!.

Tocaba la puerta pero no recibía respuesta, entonces tuvo que buscar la manera de abrir; el encargado de las llaves le ayudó a abrir.

– ¡Rápido, por favor!.

– Listo, señor.

– Gracias, hermano.

La buscó desesperado mientras gritaba su nombre, el encargado iba tras él, cuando llegó a aquel cuarto, encontró una botella de vino y una copa casi a terminar, corrió un poco más su vista y ahí estaba, desparramada en la cama y con el frasco de pastillas en su mano.

– ¡Llama una ambulancia!.

El hombre actuó rápidamente sacando su teléfono y marcando, mientras José Luis intentaba despertar a Virginia, aún no estaba completamente dormida pero si estaba balbuceando, la levantó de la cama y la llevó al baño para tratar de hacerla vomitar pero no tuvo éxito.

Los paramédicos no tardaron en llegar, José Luis se fue con ella en la ambulancia y llegaron al hospital. José Luis se tuvo que quedar en la sala de esperar mientras a Virginia la llevaron a revisarla y poder valorar su estado.

– Familia de la paciente Virginia.

– ¡Aquí! Doctor.

– Señor, ¿Usted es?.

– Soy su... Ehhh, Esposo - rasca su cabeza - ¿Cómo está?.

– Muy bien, la paciente afortunadamente no tomó una dosis dañina pero deberían tener más cuidado.

– ¿Pasa algo?.

– La paciente lleva dos meses de gestación.

– ¿Embarazada? - abrió los ojos como platos.

– Ya le hicimos los estudios correspondientes, los medicamentos no le producieron ningún daño, pero debería de cuidar que su esposa no tome y no siga consumiendo este tipo de medicamentos.

Acabó de hablar con el doctor y fue directamente a la habitación donde estaba Virginia.

– Con permiso.

– José Luis - sonríe.

– ¿Qué estabas pensando, Virginia?.

– Solo, solo te quería cerca - estira su mano - ven.

– Estás no son formas, mujer - se acerca y le toma la mano.

– Claro que si, mira donde estás - sonríe - yo solo te quiero para mí.

– Estás actuando pésimo, Virginia.

– Solo así puedo tenerte cerca - lo ve - acercate, ven.

– No sé que pretendes, pero no voy a caer en tu juego.

– Sabes que estoy esperando un bebé, por eso estás acá - le toma la mano y hace que toque su vientre - espero un hijo nuestro.

Un hijo nuestro.

– Un hijo que con todo el gusto mantendré, pero yo no voy a renunciar a mi felicidad por ti.

– Tendrás que hacerlo, corazón.

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