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De todos los lugares en los que esperarías estar un martes por la tarde, un parque de diversiones definitivamente estaba al final de esa lista. Tacha eso, ni siquiera estaba en la lista hasta que, hace media hora, tu novio, Satoru, tuvo la brillante idea de intentar convencerte ( con grandes cantidades de soborno por su parte ) para que abandonaras tu última conferencia del día. pasar tiempo con él en un parque de diversiones. Desafortunadamente por tu asistencia y afortunadamente para satoru y su arsenal de dulces que lleva consigo en todo momento, cediste a sus demandas.
"toru", murmuras mientras jugueteas con la pajarita roja alrededor de tu cuello, tratando de mantenerla recta en lugar de extrañamente hacia un lado, como parece inclinada hacia adelante. "Esto es estúpido". Tan pronto como las palabras salen de tu boca, se le escapa un grito ahogado dramático, provocando algunas miradas confusas de los asistentes al parque que los rodean, mientras se gira para mirarlos. Hay una mirada casi ofendida en su rostro, aunque muy exagerada, mientras coloca sus manos sobre tus hombros, bajando hasta el nivel de tus ojos.
dulces. Estamos disfrutando y divirtiéndonos". Afirma como si fuera un hecho simple, tan claro como el cielo sobre ustedes dos. "¿Cómo es esto estúpido?" pregunta satoru, su anterior expresión de sorpresa y casi ofensa, ahora transformándose en un puchero. su labio inferior sobresalía de una manera que hacía que sus cristalinos ojos azules brillaran aún más con un dejo de falsa tristeza, una mirada que él sabe que siempre toca las fibras de tu corazón.
Se te escapa un suspiro, no era como si la idea no fuera tentadora, especialmente con satoru a tu lado, pero tenías algunos pequeños complejos que te hacían dudar un poco de lanzarte a esto con imprudente abandono. "Somos estudiantes universitarios y en lugar de estar en clase, estamos aquí jugando a disfrazarnos en el mismo lugar donde los padres llevan a sus hijos pequeños con demasiada energía". comentas, evitando por poco caer de cara al suelo, gracias a los rápidos reflejos de satoru que te salvaron de ese destino, mientras uno de los niños pequeños hiperactivos antes mencionados choca contra tus rodillas. Ahora pegado a su pecho, te inclinas hacia su toque, tus hombros se hunden ligeramente mientras contemplas tu situación actual.
