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Pov Ayano Tsumiki Naegi.

Estaba caminando por las calles, llendo temprano a la preparatoria.
Puse mis audífonos a todo volumen, ignorando la advertencia de mi teléfono y escuchaba música mientras miraba el barrio donde me crié.

Era un ambiente tan nostálgico, pase por un parque donde recordé como me caí de la bicicleta y mi papá me curo ye dió una curita por ayudarme. Qué buenos recuerdos.

Ahora que estaba en el momento de los recuerdos, tuve una memoria donde mamá me contaba algo especial. Algo que para cualquier otra persona parecía ser insignificante pero para una niña de 7 años que acababa de jugar a las muñecas con su papá hace un rato era una información que valía millones.

'Algun día encontrarás a alguien especial.'

Una persona que sea capaz de hacer que mis días sean como si me hubiera ganado la lotería, con quién compartiría mis penas, con quién pasaría las noches en vela, con quién tendríamos confianza para decirnos y hacer lo que sea.Osea, una pareja.

Las palabras que me repetía mi madre se repetían en mi cabeza y mi canción paso a ser algo de segundo plano.

Realmente ese tema dejo de llamarme  la atención que cuando lo oí por primera vez, pero con el pasar de los días conocí a alguien especial. Me retracte de mis acciones.

Alguien que hacía que mis emociones parezcan una montaña rusa llena de sorpresas, alguien que me eleva tan alto que siento que podría volar. Alguien por quien daría lo que fuera con tal de verlo feliz.

Mi Senpai.

Cada vez que recordaba su rostro sentía mariposas en mi estómago, mi cabeza daba vueltas, mis manos se ponían sudorosas de la nada y sentía que mi cerebro hacía un corto circuito. Con solo una mirada podía tenerme bajo sus pies.

De hecho tuve una rutina por la que cualquier enamorado a pasado.

Esta era mi rutina.

Ir temprano al colegio para hablar con él de lo que fuese, digo, cada cosa de lo que hablas es entretenida. Sobre como piensa que las matemáticas no existieran habrían otros modelos similares, como todos estamos destinado a algo, su fanatismo por las novelas ligeras, su gusto por los deportes y la química...

Para mí, es el chico perfecto. Su nombre es Sota Otokonokogi. Era un año mayor que yo pero nos conocimos cuando, en la ceremonia de entrada accidentalmente derrame mi té sobre su manga. Pero el se mostró tan amable, tan dulce y tan perfecto que mi corazón estallaba a mil por hora cada vez que me sonreía.

Alguien como papá, pero de quién tendría un romance.

De hecho sé que estoy enamorada, lo acepte hace semanas, que esto debería ser mi felicidad absoluta. Pues no.

Pues sucede que suerte la mía que tenga una amiga de la infancia que va a su mismo salón y encima de odia.
Claro, ambas tenemos el mismo objetivo pero solo verla burlarse de él porque se cae o molestarlo cada receso porque, según ella las novelas ligeras de cualquier género son estúpidas y aburridas.

Ridícula.

Tanto ellos como yo pertenecemos a la prestigiosa Academia Kibougamine. El es el estudiante Karateca definitivo, esa urraca es la estudiante Jardinera definitiva.
Yo, la estudiante Patinadora sobre hielo definitiva.

A tan solo quince años ya tuve tres trofeos de oro por ganar las competencias consecutivamente. Lo que a su vez me permitió tener temas de conversación con mi amado, sobre nuestras fracturas, las dietas o nuestra pasión por los talentos.
Escucharlo hablar era como música del arpa para mí.

No me rendiré en conseguir mi objetivo, él será mío. No permitiré que alguien más trate de conquistarlo.

Pero, ¿que se supone que debo hacer?

¿Cedarlo, encerrarlo en la escuela de noche donde trata de escapar mientras yo con un cuchillo trato de atraparlo? Dios, obvio no.
Empezaré dándole comida. Después de todo, como decía mi papá 'barriga llena, corazón contento.'

O también podría hacer que está Jardinera se fije en otro chico, digo, ¿Por qué de todos los chicos que existen se tenía que fijar en el que a mí me gusta? Da igual, quizás pueda hacer que su amistad se rompa...

No, eso ya es algo cruel.
Supongo que trataré de hablar más con Sota y mantener a esa víbora lejos del camino.

Que asco, incluso siento un mal sabor de boca cuando pienso en ella. Guácala...

Solo me centraré en lo importante. Conquistarlo y estudiar.
Tranquilo mi amor, no seré tan drástica como lo fue mamá. Papá sufrió un infierno entero por culpa de ella, no seré como ella porque yo no quiero herir a nadie.

Yo no quiero que nadie sufra, nadie que no lo merezca. Ningún inocente será perpetuado.

Si hay una cosa de la que nunca me arrepiento es de los valores que mi padre me inculcó desde pequeña y que siempre hay otra manera.

La paz será nuestra principal opción.
Siempre podré hacer algo más, no necesito mancharme las manos de sangre.

No repetiré los mismos errores que los de mi mamá. Yo seré, verdaderamente feliz. Con quién amo.

Mantendré en alto el apellido de papá, y seré la mejor versión de misma. Es una promesa.

-Fin de Epílogo.

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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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