¿Cómo te demuestro mi amor?

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Togecito precioso estaba terriblemente apenado con Yuta, le pidió disculpas al menos veinte veces por la incomodidad de haber sido abordado por su madre sin previo aviso, se mostró muy arrepentido de no haberle contado lo de su hermanita y le pidió perdón por hacerlo llorar.


—No te preocupes amor, yo entiendo —le dijo Okkotsu dándole un besito en la nariz. Cosa que hizo sentir peor a Togecito lindo porque ¿cómo era posible que Yuta fuera tan bueno?


No lo merecía, no era digno de él. Su novio le había dado todo desde el día uno: lo mimaba, lo cuidaba, lo trataba como a la cosita más hermosa del mundo... Y él, ¿qué le había dado? Problemas y malos ratos, ni siquiera le había contado por qué estaba mudo...


—Amor, ¿qué pedimos para cenar? Tengo ganas de comer hamburguesas... —decía Yuta, abriendo la app del delivery, mirando las ofertas del día— ¿Te parece bien si pido esta promo? Togecito hermoso asintió, pensando que si Yuta tuviese otro novio seguramente sería más feliz. Pero él lo amaba muchísimo y no quería perderlo.


—Por fa, recibe el pedido mientras me doy un baño, ya está pagado. A lo que termine de bañarme puedes entrar tú, ¿quieres que te deje la tina preparada? —le dijo a la vez que le daba un besito en los labios—. ¿Sí? Oki. Te amo, gracias. Eres el mejor —le elogió mientras le lanzaba besitos desde la puerta del baño.


Yuta se metió a bañar y Toge se quedó pensando que ahí estaba el gran problema. No podía decir "te amo" no podía decir "gracias", no le podía decir que era el mejor. Cualquier día vendría otra persona y le diría a Yuta que lo amaba y que estaba agradecido por tenerlo. Tenía que hacer algo.


Recibió el pedido y lo dejó sobre la mesa, Togecito lindo miró la puerta del baño.


Estaba decidido. Hoy se iba a bañar con Yuta.


Antes de pasar, se sacó las prendas que llevaba, quedándose en ropa interior. Llamó a la puerta con dos toques y entró.


—Amor, ¿qu-


Yuta estaba confundido, no sabía qué estaba haciendo su amorcito ahí. Agradecía al cielo que la bañera tenía suficientes burbujas y que no se veía nada a través del agua. Pero entró en pánico cuando Toge, sin vacilar, se metió en el agua con él.


"Él está en ropa interior, pero yo no tengo nada, estoy desnudo. ¿Qué voy a hacer? Tranquilo, cualquier cosa echas más burbujas, te cubres con la toalla, cualquier cosa..." El pobre Yuta sudaba con el corazón acelerado.


Retrocedió un poco cuando Toge, a gatas, se acercó a él para besar sus labios. Bajo el agua jabonosa, pudo sentir las manos del chico posarse sobre sus muslos. Ahí comenzó a temblar porque él era más virgen que el aceite de oliva, nadie había tocado su cuerpo y él tampoco se había atrevido a tocar nada de Toge, a menos que fueran sus manos o su cabello.


Bueno, en la playa le puso protector solar en la espalda. Pero eso no era lo mismo. No.


La boquita de Togecito hermoso estaba ahora enredada con la suya y, de alguna manera, logró sentarse a horcajadas sobre él. Incapaz de moverse, Yuta se aferró a los bordes de la tina, pero con tanto jabón se resbaló, sujetándose de lo que tenía más cerca: Toge.


Esa fue la primera vez que las manos de Yuta Okkotsu tocaron de otra manera a la persona que amaba y a Toge pareció gustarle mucho porque se estremeció, abriendo más la boca para besar a Yuta hasta dejarlo sin aire, guiando con sus propias manos a su compañero, invitándolo a seguir recorriendo su cuerpo.


—P-perdón T-toge, tengo q-que salirme —el pobre tartamudeaba, sonrojado y casi asfixiado, con la vergüenza por las nubes. Inumaki tuvo que haber sentido que ahora estaba duro, no era su intención, no quería faltarle el respeto, pero se había excitado.


Yuta terminó de perder la cordura cuando su chico se levantó, escurriendo agua y espuma por las piernas, con la ropa interior adherida a su delgado cuerpo y extendiendo su mano para que lo acompañara afuera.


Era precioso, ¿por qué era tan lindo? ¿por qué su cuerpo parecía hecho por el mejor escultor? ¿Por qué sus ojos se veían como dos flores? ¿Por qué su cabello blanco estaba hecho de seda? Yuta lo veía desde abajo, con ojos de adoración infinita, incapaz de creer que Toge estaba sentándose encima de él, con las piernitas abiertas y la espalda arqueada, con los ojitos violetas llorosos pero decididos, permitiéndole entrar en su cuerpo, en lo más sagrado de su ser.


Con la sala de estar a media luz, la piel de su amado parecía tener otro color. Okkotsu lo sujetó por las caderas para que no se cayera, incapaz de mirar otra cosa que no fuera su hermoso rostro porque sentía que, si veía hacia abajo, le estaba faltando el respeto. Quería, sí quería mirar todo su cuerpo, pero no se sentía digno de eso.


A Inumaki le temblaba todo centímetro del cuerpo mientras daba lo mejor de sí para que Yuta se sintiera amado: lo besaba, lo tocaba, guiaba las manos del otro para dejarse tocar, brincaba sobre su amado con movimientos que le arrebataban sonidos de placer. Pensaba que Yuta era muy precioso sonrojado y con el cabello negro mojado, que era infinitamente hermoso verlo desnudo. Necesitaba que supiera que era todo suyo, que no existía alguien como Yuta Okkotsu en todo el mundo. Pero faltaba algo, faltaba más.


A los pocos minutos, sintió llegar el orgasmo de su novio dentro de su cuerpo, acompañado de un gemido increíble, dejándose llevar él también y teniendo el suyo propio. Recostándose a su lado, el chico con los ojitos como las flores dijo por fin:—Te... amo, Yuta.

Mi chico de ojitos Violeta ✨ INUOKKOWhere stories live. Discover now