Era un vellido día soleado, el atardecer se puede apreciar bellamente sobre la cima de su château, en el más alto balcón, más ese brillante no es donde mesura con deleite sus zafiros; catar a tan implorante joven de cabellos castaños, su peculiar sonrisa que le hace único, no cualquiera puede poséer una forma tan exquisita al nacer, deslumbrar con tanta belleza en un simple rostro. Según conoce, dicho joven posée dos años mayoritarios que si mismo. A pesar de eso, deslumbra tanta ferocidad que hace florecer su atractivo, en especial tan vellida cicatriz que arrebasa su ojo izquierdo.
Desde los jardines reales, el deslumbrante maslo, voltea a verlo con estupor ante su catar penetrante; más dicha acción provoco que el monarca se sintiera inquieto, ya que se le había pillado observándole.
Dejó a un lado su espadín que poseía, para tener libertad en saludarle con una radeante sonrisa, algo que provoco azorarse tanto a Lucifer que tropezó cayéndose de espalda.
El castaño tenía una desición fugaz a tomar, estaba enterado que un simple chevalier de un rango tan inferior jamás podría ingresar a los aposentos reales, más tanta era su preocupación por el rey que se hubiera lastimado al caer u algo peor, que trepo al luengo manzano que alcanzaba milímetros del balcón real, salto con fé a no fracasar en llegar donde finalmente se dejo caer a espaldas del monarca. Se puso de cuclillas para poder levantarle entre sus brazos, poder cargarle con súma cautela hasta los adentros de los aposentos reales.
Si alguién llegara a notar su presencia en tal lugar reservado, lo decapitarían como castigo minimo.– Em... –
El monarca no era capaz de levantar la vista a tan preciado chevalier, puesto que se encontraba en brazos del joven que a admirado desde que ingreso al palacio cuando solo era un crío.– Mon Monsieur, ¿Se encuentra usted bien? –
Le sentó en la orilla de la inmensa comoda real, se alejo levemente de su persona para poder formular una leve reverencia en son de respeto, como lo dictaba el mandato real, se arrodillo frente al soberano tomando su suave mano para plantar un pequeño beso en el dorsal.
– Disculpar mi osadía al irrumpir en sus aposentos mon Roi. Me preocupaba que le hubiera sucedido algun daño... –
Levanto la vista quedando hipnotizado al catar tan brillantes zafiros, que hermoso ser era el monarca. Jamás tuvo el deleite de verlo tan cerca, apreciar su belleza, diablos, si debía perder su vida en esos instantes, moriría plácidamente siendo consiente que deleito su ser al ver tan celestial rostro.– No hay de que preocupar mon cher chevalier, todo marcha bien, simplemente fué un despiste de mi persona. Verá usted, tropecé con mi propia túnica al caminar –
Ante los ojos del chevalier se trataba de la persona más inigualable existente, que belleza deslumbrante, sus zafiros brillan aún más con ayuda de ese carmín plantado en sus blancas mejillas.
– ¿Algún inconveniente sir... ? –
– Alastor, mi honorario –
Sonrió placidamente, reteniendo su incomodidad al continuar tanto tiempo de rodillas, más catar esos brillantes zafiros valían cada uno de los segundos en su sufrir.
– Con respecto a su pregunta mi lord, no, ningun inconveniente Mon Monsieur, agradezco su preocupación –
Hizo una leve reverencia aún conservando su posición.– ¿L-le gustaría a usted degustar su paladar con estas delicias, sir Alastor? –
Señalo un recipiente llenó de exquisitos caramelos tradicionales de su reino.
– Estan hechos por las majestuosas manos de los mejores confiteros de mi región –– Qué oferta más tentadora Mon Monsieur, pero me temo que tendre que contrallar su proposición... –
– ¿Eh? ¿Cuál es la razón sir Alastor? –
Curvo sus cejas dejando catar cuan le afectaba su dictamen.
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FanfictionEn un reino lejano vivía el recién heredero al trono, los reyes fallecieron ganando en combate más terrenos, obteniendo ahora siete estados bajo su mando; dando honor al apellido Mornigstar, Luchar hasta la muerte. Más ahora surge un nuevo lider, un...