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{ Jugada divina }

Narrador omnisciente.

En el Desierto, en la fiesta de Marcus

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En el Desierto,
en la fiesta de Marcus. (Recuerdo largo)

Thomas se sentía mareado.

Miles de colores brillantes nublaron sus ojos, estaba caminando por una habitación llena de gente y sin ningún rumbo fijo. Ni siquiera recordaba lo que estaba buscando.

No tenía nada claro.

Parpadeó varias veces para poder enfocarse y, en cuanto lo consiguió, risas fue lo que opacaron sus oídos. Risas y risas, felicidad, gente divirtiéndose; bailando y hablando.

Thomas no estaba ni cerca de eso. Volvió a intentar concentrarse, ya que juraba haber visto cómo Ben estaba infectado en una esquina. Ben. Al que habían desterrado el mismo día en que el corredor le atacó. Thomas no paraba de culparse por su muerte, sabía que era su culpa, le habían desterrado por su culpa, había muerto por su culpa. Todo era por su culpa.

Se alejó de otra escena en la que Chuck estaba tendido en el suelo, envuelto en un charco de sangre que manchaba todo el suelo. Gally estaba de pie a su lado. Se obligó a apartar la mirada tan rápido como le fue posible.

Minho, Winston y Frypan aparecieron en su campo de visión, aparentemente, transformados en Raros; consumidos por el Destello. Gritó sin poder contenerse cuando los tres le gruñeron e hicieron el amago de ir a por él para morderlo.

Pero desaparecieron.

Thomas tropezó y chocó contra un chico. No se quedó a escuchar lo que le había llamado por el golpe, estaba demasiado ocupado viendo como ahora había visto a Minho y a Newt. Ambos demasiado ocupados besándose como para darse cuenta de que Thomas estaba ahí.

Desde que habían salido del Refugio de Janson, Thomas se había comido la cabeza viendo como Minho y Newt siempre iban juntos a todo. Ni siquiera sabía porqué, era su mejor amigo. Igual que el mejor amigo de Minho. Su mente estaba jugando con él de formas inexplicables.

Negó con la cabeza, apretando los ojos con fuerza. Ya no estaban cuando los abrió.

Unas manos en sus hombros le hicieron darse la vuelta, sus ojos chocando contra los dilatados de Brenda. La chica sonreía como si fuera la más feliz de la fiesta.

—Brenda, creo que tenemos que irnos —musitó abrumado, mirando a su alrededor antes de centrarse en la morena.

Ella frunció levemente el ceño, Thomas encontrándolo adorable. —¿Por qué? ¿No lo estás pasando bien? —preguntó, la confusión invadiendo toda su expresión.

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