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A la mañana siguiente, me desperté y me acurruqué más cerca de Pablo, disfrutando de su calidez.

—Buenos días, amor, —dijo suavemente, besándome en la frente.

—Buenos días, —respondí, sonriendo. —Ayer fue perfecto.

—Y hoy va a ser aún mejor, —dijo, levantándose de la cama y estirándose. —He preparado algo especial para ti y nuestros amigos.

Pablo me miró con una sonrisa cómplice. Después de un desayuno delicioso en el balcón con vistas al océano, nos preparamos para el siguiente evento. A pesar de mis preguntas, no quiso darme más detalles. Su emoción era contagiosa.

Condujimos durante una hora hacia el interior hasta llegar a una encantadora casa rural rodeada de montañas y verdes praderas. El lugar era hermoso, con un jardín lleno de flores y una piscina cristalina que reflejaba el cielo azul.

Al acercarnos, noté varios coches aparcados y reconocí algunos de ellos. Mi corazón se llenó de alegría al ver a nuestros amigos esperándonos con sonrisas y saludos entusiastas.

—¡Sorpresa! —gritaron todos al unísono cuando bajamos del coche.

Lía, Manel, Judith, y Marta fueron las primeras en abrazarme, seguidas por Eric, Hugo, Marcos, Fran, Mar, Ona, Elsa, y Alejandro. La casa estaba decorada con luces festivas y globos, y una gran mesa de picnic estaba llena de comida y bebida.

—Pablo organizó todo esto, —dijo Lía, sonriendo. —Nos ha tenido a todos ocupados los últimos días preparando esta sorpresa.

Miré a Pablo con lágrimas de felicidad en los ojos.

—No puedo creer que hayas hecho todo esto por mí, —dije, abrazándolo fuerte.

—Te lo mereces, —respondió él, besándome en la frente. —Vamos a disfrutar del día.

La fiesta fue increíble. Pasamos el día nadando, jugando al aire libre y disfrutando de la compañía de nuestros amigos. Hubo risas, música y momentos inolvidables.

Al caer la noche, Hugo se hizo cargo de la música, actuando como DJ. Montó su equipo en el patio y comenzó a mezclar canciones que nos hicieron bailar y cantar. Poco a poco, los cubatas y chupitos comenzaron a circular, y el ambiente se volvió más desinhibido y divertido. Decidimos sacar el equipo de karaoke, y ahí fue cuando la fiesta realmente despegó.

Judith fue la primera en tomar el micrófono, y su interpretación enérgica de una canción pop hizo que todos se unieran y aplaudieran. Pronto, todos estaban formando duetos y coreando canciones clásicas, creando un ambiente lleno de risas y alegría.

En un momento de la fiesta, Fran, animado por los cubatas y chupitos que había estado disfrutando, decidió entablar una conversación muy peculiar con una estatua que adornaba el jardín.

—¡Hola, señor Estatua! —exclamó Fran con entusiasmo, acercándose a la figura con gestos exagerados. —¿Cómo estás esta noche? ¡Qué bien te ves!

Nos miramos todos sorprendidos y divertidos, observaban la escena con sonrisas y risas contenidas.

—¿Te estás divirtiendo en la fiesta? —continuó Fran, inclinándose hacia la estatua como si esperara una respuesta.

Por supuesto, la estatua no respondió, pero Fran continuó como si estuviera teniendo una conversación animada y profunda.

-Lo que hace el alcohol- rió Pablo

—Debo decirte, señor Estatua, que tienes una pose muy elegante y serena. -continuó Fran hablando con la estatua

Marcos, y Pablo se miraron entre ellos con expresiones cómplices, disfrutando del espectáculo que su amigo les estaba brindando.

—¡Seguro que eres la estatua más interesante de todo el jardín! —exclamó Fran, haciendo gestos teatrales con las manos.

En ese momento, Maros y Pablo se acercaron para escuchar la "conversación" entre Fran y la estatua.

—Fran, ¿te estás presentando a la Señorita Estatua? —bromeó Marcos, simulando una presentación.

—¡Encantado de conocerte, Señorita Estatua! —exclamó Fran, haciendo una reverencia exagerada hacia la figura inanimada.

La escena surrealista continuó durante unos minutos más, hasta que Fran, entre risas, admitió:

—Vale, vale, sé que eres solo una estatua, pero tenía que intentarlo. ¡Eres una excelente oyente!

Todos estallaron en risas nuevamente, y la anécdota de Fran conversando con la estatua se convirtió en uno de los momentos más hilarantes y memorables de la fiesta.

Después de esta escena un tanto peculiar de Fran la fiesta continuó con risas, bailes...

—Esto es lo mejor, —dije, mirando a mis amigos y luego a Pablo. —Gracias a todos por hacer de este cumpleaños algo tan especial.

—Siempre estaremos aquí para ti, —dijo Lía, abrazándome. —Somos una familia.

La noche avanzó, pero la fiesta continuó.
No sé a que hora nos fuimos a dormir ni como llegué a la cama, pero fue uni de los mejores cumpleaños de mi vida.

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⏰ Last updated: Jun 16 ⏰

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