Hola bellas! Perdonad mi ausencia, he estado de vacaciones forzadas, pero no me ausentaré en todo Julio! Tendréis dos capítulos diarios de mis dos historias en curso (yupiiiiiiiii) si todo va bien, en muy poquitas semanas esta historia estará completa en Amazon (os aviso por redes como siempre) Para quienes no puedan adquirirla, se irá actualizando paulatinamente, pero ya sabéis que acercándose el final, elimino capítulos, por lo que no perdáis el hilo si queréis leerla completa.En otro orden de cosas, quiero dedicar este capítulo a Linet Suárez Martínez espero que lo disfrutes de corazón! Ella fue la ganadora de la dinámica que se realizó en Instagram y si queréis participar para que os dedique capítulo, pasaos por allí :)
Camelia abriera la boca perpleja.
—¿Aparentar? —exclamó frunciendo aún más el ceño—. Lord Guicciardini, no tengo la necesidad de fingir ante nadie y menos aún ante un patán sin oficio ni beneficio. Usted solo es un título y un rostro hermoso, pero nada más.
—¡Así que admite que soy hermoso! —bramó con excesivo ímpetu—. Lo que me hace reiterar una vez más, que su reticencia es completamente fingida. ¿Porqué no admite que le gusto, lady Camelia?
Esta vez, Camelia le dio un pisotón aún más fuerte y reprimió un gruñido que amenazaba con salir de su garganta cuando comprobó que el duque no se inmutaba, sino que sonreía complacido por haber ganado aquella batalla.
¡El muy arrogante!
Camelia supo instantáneamente que continuar con aquella conversación era una pérdida de tiempo, al igual que hacer entrar en razón a ese testarudo con patas. Así que prefirió mirar hacia otro lado y guardar silencio.
—Debería admitirlo y formalizar una tregua, teniendo presente que mostraré públicamente mis intenciones de cortejar a su hermana.
Guicciardini provocó el efecto deseado y ese color ambarino que poseían los ojos de lady Camelia se volvió más intenso al mirarle con aquel odio profundo.
—No puede hablar en serio —decretó.
—Nunca he hablado tan serio —dijo este con un ceje de seriedad—. Mi familia anhela una unión con los Vasatti y eso deja solo dos opciones; su hermana o usted. —La estaba provocando, realmente estaba jugando con ella para saber hasta donde era capaz de llegar por esa obstinación de representar a su hermana menor.
Camelia se detuvo a pesar de que la música continuaba y las parejas a su alrededor continuaban danzando tratando de esquivarles.
—Hay otras damas ¡Decenas de ellas!, ¿Por qué tiene que ser Georgia? ¿Esto es un juego para usted? ¿Es eso? —gimió Camelia.
—Le agradecería que continuásemos bailando a menos que quiera que todo el mundo ponga sus ojos en nosotros —comentó Gabriele manteniendo la calma.