Oh por Dios, ¿Cuántas de esas bebiste?

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Bruce fue el primero en abrir los ojos, algo raro si tenemos en cuenta que cierta espía internacional tiene un despertador interno que le avisa cada vez que el sol está comenzando a asomar por el horizonte.

Es por eso que esto fue como un milagro para el doctor, algo bastante inusual en sus mañanas con ella.

Y claro que él era un científico de múltiples doctorados, un hombre muy inteligente, era obvio que no iba a desaprovechar una oportunidad así cuando se le presentaba, asique por eso decidió aprovechar el momento y disfrutar de la vista que se extendía ante él.

La pelirroja estaba profundamente dormida, con su rostro totalmente relajado, algo que él solo podía ver en estas raras ocasiones cuando ella estaba dentro del mundo de los sueños, lejos de los miles de problemas de su día a día.

La espía estaba acurrucada a su izquierda, con la cabeza apoyada sobre su pecho.

Hace unas semanas le había confesado al doctor en una de sus charlas nocturnas que a ella prefería dormir así, había sido en uno de esos raros momentos en donde ella bajaba un poco sus defensas naturales y dejaba ver un lado más vulnerable. Ella le había dicho que durmiendo así descansaba mejor, porque entonces lo último que escuchaba antes de quedarse dormida eran los latidos del corazón de él.

Natasha le explico que después de tantas noches de dormir con un ojo abierto, esperando a que algo malo pasara o que alguien apareciera y la atacara, el tener ese sonido justo en su oído tenía un efecto tranquilizante en el de ella, recordándole que ya no estaba sola.

Esa era una de las cosas que hacían que la poderosa espía pareciera un poco menos intimidante a veces.

Eso y el hecho de que ella era totalmente una abrazadora para dormir, pero Nat jamás lo admitiría estando despierta y plenamente consciente.

Una prueba de sus tendencias de Koala nocturno era la forma en que ella estaba pegada a él ahora, donde el brazo de la espía descansaba tranquilamente sobre la cintura del doctor con un agarre suave, pero al mismo tiempo firme, mientras que sus piernas estaban totalmente enredadas.

Bruce sabía que ella era feliz y se sentía cómoda cuando estaba con él, pero el rostro de tranquilidad que tenía en este momento solo lo lograba mientras dormía, mientras se internaba en sueños donde todas sus preocupaciones diarias quedaban totalmente olvidadas.

Él solo esperaba no ser un pensamiento recurrente dentro del gran listado de preocupaciones de ella, pero lo dudaba, porque la conocía lo suficiente y recordaba que la expresión que ella tenía ahora era un polo completamente opuesto al que había estado en su rostro hace más de un mes atrás, durante su ataque de ansiedad en el laboratorio.

La frente del doctor se arrugo amargamente al recordar ese momento, aun tenia flashes mentales de ese día, imágenes de su novia completamente angustiada al verlo en ese estado sin poder hacer mucho más que brindarle todo su cariño con palabras y caricias en un intento de calmarlo.

Aunque ella había hecho mucho más que eso, solo que no podía dimensionar cuán grande había sido su ayuda en ese horrible momento.

Y es que si había algo que Bruce jamás haría intencionadamente seria dañarla a ella, tanto física como emocionalmente. Por eso es que busco ayuda profesional después de ese incidente, no quería volver a verla a ella sufriendo de esa manera por culpa suya, él quería mejorar por Nat y por él mismo, para poder avanzar y disfrutar su vida junto a su amada pelirroja.

Tampoco es que fuese a mentir, no ha sido fácil ni mucho menos este corto tiempo que ha sobrevivido, porque cada sesión abre cajas en su interior que han estado selladas durante mucho tiempo y le hace recordar el motivo del por qué encerró esas cosas ahí, el por qué no quería sentir nada de lo que tenían dentro.

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⏰ Last updated: Jun 20 ⏰

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Una Segunda OportunidadWhere stories live. Discover now