Capítulo 8

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El día que juré no beber nada que contuviera una sola gota de alcohol me desperté con una sonrisa en los labios y el cuerpo lánguido y satisfecho.

Un poco confuso al notar sobre mi cintura un fuerte brazo masculino, abrí los ojos y me di cuenta de que no estaba en mi habitación, sino en una muy varonil, con pósteres de banderas de equipos de fútbol que adornaban las
paredes mientras el suelo era un caos de ropa revuelta.

Miré bajo las sábanas que envolvían mi cuerpo y comprobé que estaba desnudo.

Me entró el pánico cuando a mis espaldas oí unos suaves ronquidos. Poco a poco tomé aire y me concentré en recordar lo que había sucedido la noche anterior, para saber con quién narices me había acostado antes de llevarme el susto de mi vida al verlo.

Bien, la noche había comenzado con Thomas Walter. Habíamos bailado abrazados y haciéndonos arrumacos hasta que tropezamos con el detestable de Zee, que bailaba entre dos pelinegros lascivos.

Entonces, sin saber por qué, me sentí furioso y comencé a beber como si no hubiera mañana.

Si la noche había comenzado con Thomas, lo más seguro es que fuera Thomas con el que me había acostado, así que me daría la vuelta, le desearía buenos días, le explicaría que estaba demasiado borracho como para recordar nada y seguiríamos con la relación de amigos, tal vez como algo más si llegaba a recordar si la noche había sido satisfactoria o no.

«Pero... un momento», objetó mi mente confusa; recordaba a un Thomas apaleado y arrojado a la piscina, y haber sido cargado al hombro por un cavernícola.

También recordaba una conversación que mi hermano Max mantuvo con el

cavernícola y después... ¡Oh, no! ¡Oh, no! ¡Mierda, me había acostado con Zee y había sido plenamente satisfactorio!

Me volví cuando escuché la voz que confirmaba mis sospechas dispuesto a gritar, pero me quedé mudo cuando vi su torso desnudo y su sonrisa de satisfacción en los labios mientras repetía alegremente:

-Buenos días, Nhu.

~•~

Zee sonreía sin dar crédito a que Nunew estuviera aún en su cama. Pensó en repetir lo sucedido la noche anterior, pero por su bonita cara de espanto sospechaba que, si intentaba ponerle una mano encima, acabaría manco de un mordisco.

Nunew lo miró confuso, como en estado de shock.

Cuando él le dio los buenos días, Nhu se levantó llevándose la sábana consigo enrollado en su cuerpo, y mientras recogía su ropa del suelo lamentaba una y otra vez en voz alta:

-¿Qué he hecho?, ¿qué he hecho?

Zee se apresuró a ponerse los pantalones e intentó hablar con el antes de que se encerrara en el baño de su habitación, pero llegó tarde y definitivamente su conversación fue con la puerta.

-Nunew, no nos acostamos -dijo Zee pensando que la calmaría.

-¿Y entonces por qué estoy desnudo? -quiso aclarar en tono acusador.

-Porque hicimos otras cosas... -intentó explicar Zee.

-¡Qué!, ¿qué cosas? -preguntó histérico desde el baño-. No, no me lo cuentes, prefiero no saberlo. ¿Cómo pudiste seducirme, Zee? ¡Estaba borracho!

-Nunew, yo no comencé la seducción: fuiste tú, y yo traté de resistirme, pero no soy de piedra, ¿sabes?

-Ya claro, a ver, ¿qué fue eso que hice que te tentó tanto como para que tú, todo un hombre, no pudieras resistirte a mí? -quiso saber Nunew mientras salía del baño totalmente vestido en busca de sus zapatos.

No seras mi principe azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora