𝔈𝔫𝔠𝔥𝔞𝔫𝔱𝔢𝔡 - 𝘑𝘢𝘴𝘱𝘦𝘳 𝘏𝘢𝘭𝘦 (Hp x Twilight)

𝕮𝖍𝖆𝖕𝖙𝖊𝖗 𝕺𝖓𝖊

El 31 de octubre de 1981, Elizabeth Potter se despertó en medio de la noche con un dolor tan agudo que casi la dejó sin aliento. No era un dolor físico, sino algo mucho más profundo, como si un lazo invisible se hubiera roto dentro de ella. Se llevó la mano al pecho, sintiendo como si su corazón fuera desgarrado, como si algo fundamental en su ser hubiera sido arrancado. Sabía, sin explicación, que algo le había ocurrido a su hermano gemelo, James. Desde pequeños, siempre habían compartido un vínculo tan fuerte que podían sentirse el uno al otro sin necesidad de palabras. Aterrorizada, Elizabeth se apresuró a vestirse y, sin perder un segundo, apareció frente a la casa de su hermano en Godric's Hollow.

El escenario que encontró la dejó helada. Las paredes destrozadas, el humo aún elevándose de los escombros, y el silencio... ese terrible silencio. Elizabeth avanzó como en un trance, sus pies moviéndose sin que ella fuera plenamente consciente, hasta que un auror la detuvo suavemente por los hombros.

Pero no necesitaba que nadie le dijera lo que había pasado. Lo sabía en lo más profundo de su ser: James había muerto.Cayó de rodillas entre los restos de la casa, su mirada perdida en algún punto del horizonte. Algo dentro de ella también había muerto esa noche, y lo que quedaba era solo la sombra de lo que una vez fue.

La vida había perdido su color, su sabor, su sentido. Elizabeth entendió en ese instante el terrible vacío de perder a tu otra mitad, y supo que jamás volvería a ser la misma.

Años después, la batalla en Hogwarts rugía con fuerza a su alrededor. Elizabeth Potter, con su varita en mano, se abría paso entre los escombros y el caos, su mente centrada en ayudar a los suyos. Los gritos, hechizos y explosiones llenaban el aire, pero había algo en el ambiente que la hacía avanzar con más urgencia, una sensación familiar de que algo terrible estaba a punto de ocurrir.

De repente, sus ojos captaron una escena que hizo que su corazón se detuviera. A unos metros de distancia, Fred Weasley y su hermano Percy estaban luchando codo a codo contra un grupo de mortífagos. En medio de la batalla, Fred lanzó una carcajada y volvió hacia Percy.

—¡Tú sí que bromeas, Percy! —dijo Fred, con esa chispa característica en su mirada—. ¿De verdad dijiste eso? ¡"Vamos a ganar"! ¡No lo puedo creer, finalmente...!

Pero antes de que Fred pudiera terminar la frase, un rugido ensordecedor retumbó a su alrededor. Las paredes de piedra del castillo comenzaron a derrumbarse, y un enorme bloque de escombros se desplomó hacia donde Fred estaba de pie.

Percy gritó su nombre con desesperación, y en ese instante, Elizabeth supo lo que tenía que hacer. Con una velocidad que apenas se podía percibir, levantó su varita y lanzó un hechizo protector hacia Fred, creando un escudo brillante que desvió los escombros justo a tiempo. El impacto fue tan fuerte que Fred fue lanzado hacia un lado, pero el escudo lo salvó de ser aplastado.

Elizabeth corrió hacia ellos, su corazón latiendo con fuerza mientras verifica que Fred estaba a salvo. Percy estaba arrodillado junto a su hermano, con una mezcla de alivio y asombro en su rostro.

—¡Fred! ¿Estás bien? —gritó Percy, sujetando a su hermano por los hombros.

Fred, aún recuperándose del susto, le dirigió una sonrisa débil.

—Y pensé que los sustos eran mi especialidad... —dijo, forzando una carcajada—. ¡Debería estar yo haciendo esas bromas, no tú!

Elizabeth se arrodilló junto a ellos, respirando profundamente al ver que Fred estaba bien. Molly Weasley, quien había presenciado todo desde la distancia, corrió hacia ellos, sus ojos llenos de lágrimas al ver que su hijo estaba a salvo. Elizabeth la miró con una calma triste.