Bajo el manto de la noche

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El sol había comenzado a ocultarse, bañando el claro en una suave luz dorada. Geto y Gojo seguían abrazados, disfrutando de la tranquilidad que los rodeaba. Pero había una tensión creciente entre ellos, una necesidad que ambos habían estado conteniendo durante mucho tiempo.

Geto levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Gojo que brillaban con una mezcla de deseo y ternura. La mano de Gojo se deslizó lentamente por la espalda de Geto, deteniéndose en su cintura mientras sus dedos dibujaban círculos suaves en su piel.

—¿Estás seguro de esto? —preguntó Gojo, su voz apenas un susurro.

Geto asintió, su respiración acelerándose. Había esperado tanto este momento, y ahora que estaba aquí, no quería detenerse.

—Sí, Gojo. Te deseo desde hace mucho tiempo.

Las palabras de Geto fueron todo lo que Gojo necesitaba escuchar. Con un movimiento rápido pero gentil, lo atrajo hacia sí, capturando sus labios en un beso apasionado. Geto respondió con igual intensidad, sus manos enredándose en el cabello blanco de Gojo.

Se tumbaron sobre la suave hierba, el cuerpo de Gojo cubriendo el de Geto con una necesidad palpable. Sus besos se volvieron más urgentes, explorando y descubriendo cada rincón de sus bocas. La mano de Gojo se deslizó bajo la camisa de Geto, acariciando su piel cálida y suave, arrancándole un suspiro de placer.

—Gojo... —jadeó Geto, arqueando su espalda al sentir el toque de su alfa—. No pares.

Gojo sonrió contra los labios de Geto, disfrutando de cada sonido que lograba arrancarle. Sus manos continuaron explorando, desabrochando botones y deslizándose por el cuerpo de Geto con una mezcla de ternura y lujuria. Cada caricia, cada beso, estaba cargado de una intensidad que solo ellos podían compartir.

Cuando finalmente quedaron desnudos bajo el cielo estrellado, la visión de Geto, su piel pálida brillando bajo la luz de la luna, hizo que el deseo de Gojo se intensificara. Se inclinó sobre él, besando su cuello y hombros, dejándose llevar por el aroma embriagador de su omega.

—Eres perfecto, Geto —murmuró Gojo contra su piel, sus palabras llenas de sinceridad.

Geto respondió envolviendo sus brazos alrededor de Gojo, sus cuerpos entrelazándose con una necesidad desesperada. El calor de sus cuerpos se fusionaba, creando una sensación de conexión que iba más allá de lo físico. Era como si sus almas se hubieran encontrado y se estuvieran fundiendo en una sola.

Gojo tomó su tiempo, asegurándose de que cada caricia, cada beso, fuera un recordatorio del amor y el deseo que sentía por Geto. Y cuando finalmente se unieron, el mundo pareció desaparecer a su alrededor. Solo existían ellos dos, moviéndose en un ritmo sincronizado, sus cuerpos respondiendo al llamado del otro.

El placer se intensificó, construyéndose en una ola que los arrastró a ambos. Geto jadeó el nombre de Gojo, sus uñas clavándose en la espalda del alfa mientras alcanzaban el clímax juntos, sus cuerpos temblando y su respiración entrecortada.

Después, se quedaron abrazados, sus cuerpos aún entrelazados mientras el sudor se enfriaba en su piel. La calma de la noche los envolvía, y el latido de sus corazones se fue desacelerando.

—Te amo, Geto —susurró Gojo, besando suavemente la frente de su omega.

—Yo también te amo, Gojo —respondió Geto, cerrando los ojos y dejándose llevar por la sensación de estar completamente en paz y amado.

Bajo el manto de la noche, compartieron un momento de intimidad y conexión que selló su amor de una manera que nunca antes habían experimentado. Y mientras el primer rayo de sol comenzaba a iluminar el horizonte, sabían que, juntos, podrían enfrentar cualquier cosa que el destino les deparara.

Nada nos podra separar(gojo x geto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora