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“RAHEL”

—¿Me permite este baile, Alteza?

La mirada de todos se centró en ellos, el pelirrojo tenía la mano extendida en su dirección y la miraba con impaciencia.

Rahel estaba ambsorta en sus pensamientos y tardó más de la cuenta en aceptar la propuesta del pecoso.

El chico, del cual no conocía el nombre, le sonrió de oreja a oreja y tiró de ella hasta llevarla al centro del salón juntó con las demás parejas, entre ellas el príncipe Jaker y la que Rahel reconoció como la princesa de Jarwer.

La orquesta que se encontraba en una de las esquinas comenzó una melodía lenta pero rítmica, el pelirrojo la tomó por la cintura y unió una de sus manos con la de ella.

Empezaron a moverse al ritmo de la música como las demás parejas, y al mismo momento él chicoo habló.

— Es usted muy diferente a lo que me había imaginado, Alteza.

Los ojos verdes viajaron hasta los grises y los escudriñó tratando de adivinar lo que pasaba por la cabeza del más alto.

—¿Y que se supone que se imaginó?—le contestó a la defensiva.

—Siendo completamente sinceró con usted —el chico dejo las palabras a media para girar juntos—. Todo menos que usted sería tan guapa.

La pelinegra rodo los ojos y se apartó de el chico para darle una vuelta a su alrededor.

—Pues aquí me tiene —le respondió volviendo a su lugar—, y si soy muy guapa, Señor…

—Adur, Adur Salazar —le respondió con una sonrisa cuando volvió a tomarla por la cintura—. Y por favor, no me llames Señor, me hace sentir viejo.

—Como usted desee, aunque sí que está viejo.

El chico quiso protestar pero el baile habia llegado a su fin y ambos se despidieron con una reverencia.

—Fue un honor bailar con usted, princesa Rahel —habló el pelirrojo.

—Si, lo se joven Adur —le contestó la chica con altivez.

El pecoso se carcajeo y comenzó alejarse hacía su mesa después de hacer una nueva reverencia.

Rahel sonrió también, con pocas palabras el chico le había caído muy bien.

Se volteó con la idea de ir con su familia, pero antes de siquiera dar un paso una mano se posó en su hombro.

—Eh… Disculpé, princesa.

Al girarse Rahel se encontró nuevamente con aquel fascinante color azul.

Volvió a quedarse hipnotizada con los fascinantes iris del príncipe heredero, tanto que él tuvo que carraspear nuevamente para llamar su atención.

—¿Eh? Esto… Príncipe Jaker —la voz de la pelinegra salió más baja de lo que le hubiera gustado, aún atontada—. ¿Necesita algo?

Vio al rubio removerse en su posición, parecía dudar lo que quería responder y sus ojos viajaban por toda la estancia.

—Yo… Esto —volvió a dudar y luego de un momento tomó aire y le dirigió una profunda mirada—. ¿Bailaría conmigo?

Rahel sintió como el calor subía a sus mejillas tornandolas de un color rojo que fue opacado por el color cobrizo de su piel.

—Cl… Claro.

Él tomo su mano con cuidado y la pelinegra pudo sentir como le temblaban las suyas.

Eso hizo que ella sonriera inconscientemente, ruborisabdose más aún, si eso era posible.

Mevak(Pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora