PRINCIPAL SOSPECHOSO

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El "accidente" de Mateo había desencadenado una ola de inquietud y sospechas. El comandante de la policía no tardó en ordenar una investigación exhaustiva y un interrogatorio a todos los conocidos de Mateo. Sol fue la primera en la lista, ya que había sido vista con Mateo unas horas antes de su trágica muerte.

El detective Vargas, acompañado de su colega Quintanilla, examinaba minuciosamente el lugar donde se había originado el incendio. El bombero asignado al caso les aseguró que ningún fusible ni corriente eléctrica había provocado el fuego. Entre los restos carbonizados, encontraron un bote parcialmente quemado que había contenido gasolina. Este detalle fue anotado meticulosamente en el expediente.

La siguiente parada de los detectives fue la escena del crimen. La puerta que llevaba al jardín había sido forzada con una destreza inusual, sin dejar rastro alguno en el pasador. En la cocina, notaron la ausencia de un cuchillo del juego de cuchillos. En el baño, la secadora que había electrocutado a Mateo permanecía en la bañera, pero el cuerpo de Mateo no estaba por ningún lado. Era como si la tierra se lo hubiera tragado.

Con estos datos, Vargas y Quintanilla se dirigieron al departamento donde vivía Sol con su madre y su hermano pequeño, Iván. Golpearon la puerta, que fue abierta por la señora Kennedy.

—Hola, buenas tardes —saludó la señora Kennedy.

—Buenas tardes. Soy el detective Vargas. Estamos buscando a Sol Kennedy.

—Claro, pasen, pasen.

Sol estaba viendo televisión junto a Iván. Al escuchar a su madre, levantó la mirada, intrigada.

—Hija, estos señores te buscan.

—Hola, ¿en qué puedo ayudarles? —dijo Sol, con voz firme pero curiosa.

—Sol, tenemos una cámara que te captó la noche de ayer saliendo del apartamento de Mateo.

—Sí, estuvimos comiendo y charlando, pero después me fui de allí. ¿A qué se debe la pregunta?

—Esta mañana encontramos al joven Mateo sin vida, y en su tienda de libros se produjo un incendio provocado cruelmente.

—No, no, no puede ser... No, por favor, díganme que es mentira... Mateo, no. ¡NOOOOOO!

El cuarto se llenó del dolor y la agonía de Sol. Los detectives guardaron silencio, respetando su sufrimiento por unos minutos.

Finalmente, el detective Vargas rompió el silencio:

—Mire, usted es la principal sospechosa. Así que tendrá que acompañarnos a rendir su declaración.

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