Massimo Vanetto
Sicilia — Italia
Un dia antes..
Me encontraba en Sicilia en la casa familiar donde tengo la mayoría de mis recuerdos, sentado en el despacho mientras bebía un vaso de cognac y leía todo referente a los Bianco, tendría que viajar a Roma o a Estados Unidos para encontrarme con el mayor de la familia, nuestros negocios se cerraron hace unas pocas semanas, pero Roger Bianco quería que introdujeramos otro tipo de mercancía estaba tan concentrado en la información que no me di cuenta en qué momento tocaron la puerta cuando vi a mi primo mirarme con un semblante serio.
Alessandro Vanetto una de las personas que le confiaba hasta mi más oscuro secreto.
— Te llevaba tocando y no contestabas pensé que ya te habían matado -dijo el castaño con una sonrisa burlona-
— ¿Que quieres Alessandro?, estoy ocupado -dije volviendo mi vista a la laptop que tenia al frente-
— ¿Estás ocupado viendo a la pequeña de los Bianco? -Pregunto con diversión y le dediqué una rápida mirada asesina y su sonrisa se estiró hasta dejar ver sus blancos dientes- Hablando de ella tengo noticias.
Mis ojos quedaron en el castaño que me miraba unos pocos pasos del umbral de mi oficina.
— Escupe -Ordene mientras cerraba la laptop y sacaba un puro del cajón-
— Tu chica vuelve mañana a New York , y el jueves vuelve al Bufete de su padre.
Mientras Alessandro me decía que mi ''bambolina'' llegaba mañana , solo me imaginaba su reacción al saber que su padre y su familia era una de las más respetadas y temidas en el ámbito criminal, de solo pensar e imaginar su cara asustada. Un tirón se sintió en mi polla y maldije en mis adentros. No necesitaba una puta erección.
Y peor con el idiota de Alessandro en mi oficina.
Pero se me era imposible no imaginarme. Dios, su cuerpo de Diosa venus, su cara de ángel y esos malditos ojos. Que por noches no había dejado de soñar, las fantasías que tenía con la menor de los Bianco, eran obscenas si Roger las conociera. Mi puta cabeza iba directo hacia los leones.
— ¿Massimo, ¿en donde andas? ¿Escuchaste lo que dije? - Preguntó mi primo sacándome de mis pensamientos lascivos-
— Alessandro ten listo el hangar nos vamos a New York -ordené con firmeza-
— Pero Massimo tenemo.. — no logro terminar la frase porque ya había salido del despacho, tenía una jodida erección y necesitaba alivianar el deseo entre a mi habitación donde se encontraban los dos perros estos al verme vinieron corriendo hacia mi- Osiris e Isis ahora no.
Aparte a los canes y entre al baño me baje los malditos pantalones y agarre el falo y mi mano comenzó a subir y bajar por toda la longitud, solté un leve jadeo, mi mente comenzó a divagar con Rebbeca arrodillada ante mi mientras ahogaba con mi polla, de solo imaginarmelo me arrancó unos gemidos guturales, la necesitaba en mi cama presa del placer que le daba, llevaba casi cuatro jodidos años esperando y esta es mi oportunidad no paso mucho hasta que me corri como un puto enfermo y solo pude pensar en como se vería ella con todo mi esperma regado por su cuerpo.
Baje la mirada a mi pantalón y una mancha blanca relucía en él, fruncí el ceño y maldije a mis adentros.
— Merda -dije en italiano al ver que tendría que cambiarme y mandar a la tintorería el maldito pantalón, me despoje de toda mi ropa y me di una ducha rápida-
Salí con una toalla alrededor de mi cintura y me mire un momento al espejo admirando mi cuerpo trabajado de estos años, los ojos verdes que había sacado de mi madre, pero compartía más rasgos con mi padre, mis tatuajes y el símbolo de nuestra familia acarició mi antebrazo donde lo tengo un lobo y a su alrededor la frase que ha estado de generacion en generacion ''lealtà, amore e giustizia'' fui directo al closet donde agarre un traje Armani de tres piezas color azul luego de eso me dirigí a la salida de la mansión Vannetto donde me esperaba Alessandro.
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Entre normas y tentaciones
Romancecada siglo Venus baja del cielo y le hereda su belleza a una joven... se acabaron las pequeñas vacaciones, y es momento de volver al bufet de abogados, ¿pero y si cuando vuelvas ya no es lo mismo... Rebecca, una joven abogada de 20 años su vida ha s...