Capítulo 16.

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Dicen que una persona que está arruinada solo puede arruinarte a ti también. La sociedad excluye a los que necesitan ayuda cuando estos no son capaces de aceptar sus leyes o entender sus mandamientos, no se trata de aceptar a una persona que hace el mal o no, se trata de no juzgar y de ayudar a salir de ahí. Ahora, si esa persona no desea salir de ahí, inténtalo de nuevo, la tercera es la vencida. O así pienso yo, creo en mi autocontrol, se hasta donde soy capaz de llegar y, involucrarme con Ethan no será un problema grave para mi.

Siempre y cuando mis padres lo acepten. Aunque, no tenemos una relación que mostrar al mundo o ocultar, solo tengo sentimientos indebidos por el pero no abandono mi fe. Eso nunca.

—¿Podrás dormir aquí? —cuestiono viendo el lago manso frente a mi, el lago donde casi me ahogo por su culpa.

—La pregunta es: ¿Podrás hacerme dormir?

Buena pregunta. Me encogí de hombros en mi lugar, la verdad ni siquiera pensé en cómo lo ayudaría con eso. No soy masajista ni tengo trucos para dormir personas como si fueran bebés.

—Bueno, con este ambiente cualquiera concilia el sueño. Pero, ¿donde planeas dormir? —me recosté sobre la moto, recordando como la metió por todo el bosque a la fuerza.

Sonreí recordándolo difícil que fue, casi caemos innumerables veces.

—Aquí. —se tira en el suelo, donde está la tierra sucia y con rastros de bosque. —Ven. —palmea la tierra a su lado, para que vaya con él y me siente a su lado.

Hago caso y camino hacia él mientras sonríe como un niño pequeño que espera algo de si madre. Lo observo limpiar la llevar seca de la tierra para que me siente y sentí una pequeña ola de emoción con ese detalle. Se palmea las manos de su pantalón y me siento a su lado.

Dejamos salir un suspiro al mismo tiempo. Giro mi cabeza para verlo, su perfil cansada pero perfecto contempla el cielo nublado y mi vista se va a su cuello. Unas ganas de rozar mis dedos con la piel tatuada de su cuerpo me presionan, pero opto por empuñar la tela de mi vestido con fuerza.

El colibrí de detalles verdes y rojos en su cuello llama por completo mi atención, sus alas están extendidas, su pico esta levantada hacia arriba en busca de algo y mi vista vuelve a su rostro. Sus facciones están contraídas, sigue tragando saliva con pesadez y sus ojos están cerrados abruptamente. Como si algo atormentara sus pensamientos.

Estire mis piernas sobre la tierra, seguido busque de una superficie plana para recostar mi cuerpo y me acosté sin darle tiempo al viento a soplar. Como era de esperarse, eso captó la atención de Ethan y me vio confundido. Le sonreí y lo llame con los dedos, de la manera más seductora posible.

—¿Qué planeas?

—Hacerte dormir. —frunció más sus cejas, resopló y terminó de acostarse a mi lado.

La vista arriba no era hermosa, pero tampoco desagradable. Un árbol enorme cubre una gran parte del cielo, y lo que nos queda por observar esta nublado y amenaza con caer sobre nosotros.

Tragué saliva con fuerza para buscar de su mano, cuando la encontré me puse nerviosa, no sé de donde había sacado el coraje para hacer eso, pero lo hice sin pensarlo dos veces. Las manos de Ethan están heladas y sudorosas, no deja de temblar, y se que esto no se trata de nervios por mi, sino que algo lo está atormentado o tendrá alguna clase de ataque. Su respiración está muy agitada y busca comodidad en la tierra.

—Espera... —soltó mi mano, volteo a verlo. No sé qué planea pero lleva sus mano derecha a su bolsillo y con torpeza saca algo de ahí.

Un rollo de marihuana, junto a un encendedor. Suspire cansada cuando se sentó sobre su trasero e intento encenderlo.

El estúpido Ethan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora