08

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luego de haber pasado todo el día en la cabaña de Stanley, Bill y Stanford se encontraban de vuelta en el lugar que compartían.

Cipher se había dejado caer en la cama, sentía que su cuerpo estaba pasando por un momento crítico. el haber pasado toda la tarde jugando con los sobrinos de Stanford; Dipper y Mabel, lo había agotado de sobre manera.

—¿todo bien, Bill? -apareció Stanford por la puerta con una mirada curiosa, adentrándose en la habitación.

—todo está bien, solo que tus sobrinos tienen mucha energía. -rió Cipher, sintiendo como Ford se sentaba a su lado.

—ahora ya sabes un poco mejor cómo son los niños aquí en la tierra. -dijo con una sonrisa en el rostro, acercándose más a él. —de todas maneras, te llevaste muy bien con ellos y no los asustaste como pensé que lo harías, bien hecho. -añadió, dando unas suaves palmadas en su hombro.

—¿¡pensaste que los asustaría!? Sixer, por si no te has dado cuenta todavía.. he cambiado. -dramatizó, llevándose las manos al pecho. le dió un leve codazo, y Stanford automáticamente empezó a actuar como si hubiese sido herido de gravedad.

ambos rieron fuertemente, cayéndose por completo en la cama.
Bill lo miró de reojo, y algo dentro de sí lo hizo sentir aliviado.
ver a Stanford reír, luego de haber pasado un día entero con él y su familia, sin duda era una de las cosas que jamás se hubiera imaginado, pero que ahora amaba.
desde hace mucho tiempo deseaba estar junto a él de esa manera, de ser felices los dos juntos.

en el instante de silencio, Stanford volteó la cabeza y se encontró con los ojos de su amigo, fijos en él, con una intensidad que había notado aquella noche.
su mirada era tan profunda, tan penetrante, que por un momento se sintió desnudo, expuesto en su totalidad ante él.

un calor se apoderó de su pecho, una sensación que crecía rápidamente, volviéndose casi insoportable.
la cercanía entre ambos era abrumadora, como si la habitación entera se hubiera reducido a ese espacio mínimo que los separaba.
sin pensarlo más, guiado por un impulso que surgió desde lo más hondo de su ser, decidió acortar esa distancia. se inclinó lentamente hacia él, con sus labios temblando con anticipación, buscando que Bill entendiera lo que quería.

Cipher, al notar cómo su amigo se acercaba, sintió que su corazón comenzaba a latir con fuerza. una mezcla de nerviosismo lo invadió, y aunque quería acercarse más, sus piernas parecían haberse paralizado.
su respiración se hizo más rápida y entrecortada, con un leve rubor extendiéndose por sus mejillas.

cuando Stanford se acercó lo suficiente y la distancia entre ambos se redujo casi por completo, Bill desvió la mirada por un segundo hacia los labios de su amigo y, con la voz apenas audible, como si temiera romper el hechizo de aquel momento, susurró.
—¿puedo..?

la pregunta quedó suspendida en el aire, cargada de significado, y el mundo pareció detenerse por un instante eterno.
Stanford, con el corazón palpitando con la misma fuerza, solo pudo asentir lentamente con la cabeza, dejando claro que deseaba lo mismo.
con ese simple gesto, ambos supieron que estaban a punto de cruzar una vez más ese límite.

el pequeño espacio que los separaba se desvaneció en un suspiro cuando sus labios finalmente se encontraron.
era un beso suave, lleno de una delicadeza que hablaba de la conexión profunda y secreta que compartían.

Stanford, con una mano temblorosa pero segura, llevó sus dedos hasta las mejillas de Bill, acariciándola con suavidad, como si quisiera memorizar cada contorno de su rostro.
sus caricias eran cuidadosas, llenas de un cariño que apenas comenzaba a florecer en algo más intenso.
Bill, por su parte, dejó que sus manos se deslizaran con lentitud hasta las caderas de Stanford, sujetándolas con firmeza pero con una ternura palpable. sus dedos trazaban pequeños círculos en su piel, dándole una atención inigualable, asegurándose de que Ford sintiera lo mucho que significaba para él.

el beso se había prolongado, no había ninguna prisa, solo un deseo profundo de saborear ese momento y de poder sentirse el uno al otro.

Stanford, en un movimiento rápido, se sentó a horcajadas sobre Bill. aún besándolo con delicadeza, sintiendo la desesperación del contrario por él.

—te amo. -susurró Cipher con una pequeña sonrisa en el rostro.
sin duda alguna, admirar a Stanford encima suyo con los labios hinchados y ojos entreabiertos, era lo más lindo que había presenciado en toda su vida.

por su lado, Stanford volvió a besar a Cipher con mucha más intensidad que la primera vez.
la mayor parte de él se encontraba en paz, pero había algo en su interior que lo inquietaba de alguna manera.
"se arriesgaría", eso había mencionado, pero no era tan fácil como lo imaginaba.

sabía que necesitaba de Bill, el sentirlo, tocarlo.. saber que nunca se iría de su lado.

—¿tú crees que alguna vez, en alguna vida, tal vez en alguna otra dimensión.. podamos estar juntos? -preguntó al separarse, su tono de voz había cambiado a uno más bajo, y Bill sintió sus manos sujetándolo fuertemente de la camisa.

—estamos juntos ahora. -susurró, tomándolo de la barbilla con delicadeza.
—Sixer, estamos juntos en este momento. dime.. ¿tú ves a alguien más en esta habitación? -preguntó mirando todo alrededor, fingiendo buscar a alguien.

Stanford negó, aún mirándolo a los ojos.
—no hay nadie más aquí, solo estamos los dos.. -respondió, y cerró los ojos lentamente al sentir una caricia en su sexto dedo, lo que era su deformación de nacimiento.

—te amo. -Bill repitió firmemente, dándole un abrazo a su mejor amigo, sintiendo como los latidos de su corazón iban encontrando tranquilidad, al igual que su respiración.

—yo también te amo..

do u hate me now? | billford Donde viven las historias. Descúbrelo ahora