Antes...

502 79 55
                                    

Mijaíl: 


Saqué a Kelly y Blanca de esa manada de coyotes. En realidad, solo exceptuaba a Patrick y Sara; Felipe, su hija y su yerno eran unos imbéciles, y Lupe... una sometida, las defensas hacia su hija daban pena. A pesar de todo, terminamos comiendo los tres unas pizzas. No las odiaba, pero tampoco las amaba; ellas, en cambio, estaban encantadas.

—¡Ups, me voy! Kell, dormiré en casa de Linda, no te preocupes —Blanca dejó a un lado su teléfono de repente y le informó a Kelly, que la miró de lo más seria.

—¿A dónde vas, baby? ¿Y con quién? —preguntó Kelly, con un tono casi maternal. Aunque solo se llevaban dos años, la manera en que cuidaba de Blanca la hacía parecer su madre.

—Es viernes por la noche. Linda y Nancy me invitaron a un club, irán algunos compañeros de la universidad. Les dije que pasen por mí, ya les envié la ubicación —respondió Blanca mientras se preparaba para marcharse. Kelly se veía algo molesta.

—Uff, escucha, Blanca, no bebas demasiado y aléjate de los idiotas. No importa la hora, llámame. Si me necesitas, estaré ahí —le dio recomendaciones como si fuera una niña. Blanca rodó los ojos mientras se despedía de nosotros.

—Sí, mamá... tranquila. Mijaíl, eres súper, ¡espero verte seguido por casa! —me abrazó como siempre, dulce como una niña pequeña.

—Espera... escucha a tu hermana, tiene razón. Dame tu teléfono —le dije, estirando la mano. Blanca me lo entregó desbloqueado sin protestar. Le agendé mi número y le dije que no dudara en llamarme.

—¿No es genial? Antes solo me vigilaba Patrick, ahora el ruso se unió al clan —bromeó, haciéndome reír, aunque Kelly seguía seria viendo cómo se marchaba.

—¿Qué te tiene tan pensativa? No creo que sea porque Blanca salió con sus amigas —comenté, notando que Kelly había estado muy callada desde que salimos de la casa de Patrick. Mientras conducía, me di cuenta de que, por momentos, me miraba de una manera que me intrigaba.

—Mmm... tú. Más que pensativa, estoy algo confundida —respondió como si fuera algo trivial, pero me sorprendió muchísimo. La palabra "confundida" no me gustaba para nada.

—Bueno, entonces debemos hablarlo de inmediato, pero no será aquí —dije, pidiendo la cuenta. Nos fuimos a mi casa. No es que no me gustara su departamento, pero quería que viniera a casa, para que viera que no tenía nada que ocultar.

—¿Esta es tu casa? ¿Vives solo aquí? ¿No te parece mucho? ¿O un poco ostentoso? —preguntó, mientras observaba el lugar con cierto asombro.

—¿Esta es tu casa? ¿Vives solo aquí? ¿No te parece mucho? ¿O un poco ostentoso? —preguntó, mientras observaba el lugar con cierto asombro

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Kelly miraba con los ojos abiertos de par en par desde que pasamos el portón y cruzamos el jardín. Detuve el automóvil y bajé riendo. Conocía la casa de Felipe Urriaga; había ido a una cena de negocios allí, y era impresionante, así que no entendía su asombro. La ayudé a bajar tomando su mano, mientras seguía mirando, como alucinada.

El lado opuesto del amorWhere stories live. Discover now