Fallos técnicos.

6.4K 377 53
                                    

«Todo está perfectamente configurado y os llevará derechitos a vuestro destino».

Eso decía el loco del peinado faraón azul mientras tecleaba sin parar. Ellos no se fiaban mucho, pero aún así asintieron y se montaron en la plataforma que los transportaría mediante tecnología a base de partículas espirituales al lugar donde pasarían unas merecidas vacaciones acompañados de la callada teniente. En el mismo momento en el que pusieron el pie en la arena de la isla tropical desierta, se dieron cuenta de su error. Nunca debieron confiar ni un poquito en el capitán de la doceava división. Ahora estaban atrapados. 

—Ya os dije que Kurotsuchi Mayuri era un fullero—declaró el primero Urahara ajustándose el sombrero para protegerse de los abrasadores rayos de sol.

Nemu permaneció en silencio a pesar del insulto que acababa de profesar el tendero. 

—¡Esto debe tener una explicación!—gritó Rukia, anonadada—. El portal debe haber fallado, o quizás las coordenadas no eran correctas.

Lo dijo con un tono muy convencido, pero el estar achuchando bajo el brazo un flotador de conejito no le dio puntos en absoluto. Ichigo la miró con la misma expresión con la que se ríe de sus dibujos y respondió casi al instante:


—¿Sabes, Rukia? Si soltases ese flotador quizás alguien te tomase en serio—Rukia le propinó un guantazo y Byakuya le miró muy serio—. En fin, da igual. ¿Alguien sabe qué demonios hacemos aquí en vez de en El Caribe?

—Yo te diré lo que está pasando—Soi-Fong parecía estar a punto de partir a la mitad el asa de la maleta de gatito que llevaba—. Ese lunático de Kurotsuchi nos ha engañado.

Se dirigió airada hacia Nemu y la cogió del cuello del uniforme de shinigami.

—Escúchame bien, más vale que nos saques de aquí y rapidito o te voy a meter un puñetazo de shunko que te vas a...

Inexpresiva, Nemu sacó una cámara digital del bolsillo y empezó a hacerle fotos.

—Butter. Butter.

El puño de Soi-Fong estaba a dos centímetros de su nariz cuando una mano se posó en su hombro. Se dio la vuelta y vio a Yoruichi que parecía más feliz con la situación que otra cosa.

—¡Déjala, Soi-Fong!—dijo despreocupadamente—. ¿No ves que esto es un paraíso? ¡Cómo nos lo vamos a pasar...!

Soi-Fong se retiró reticente y se dedicó a lanzarle miradas asesinas desde la distancia, con Yoruichi a su lado intentando apaciguarla. 

En ese momento Hitsugaya estaba a punto de colapsar a causa del calor y Matsumoto lo sujetaba distraída mientras miraba las olas del mar y parecía pensar lo fresquita que iba a estar en cuanto se diese un baño.

—Matsumoto, te juro que cuando volvamos a la Sociedad de Almas te voy a matar por traerme aquí...

Renji fue corriendo a sujetarlo justo cuando se caía al suelo con cara de «A mí no te acerques que te poto encima».  Matsumoto ya corría en busca de su ansiada libertad. Byakuya se quedó parado en el sitio mirando la arena bajo sus pies en chanclas, ajeno a la situación de su teniente. 

Mientras tanto, Kenpachi e Ikkaku se habían tumbado en la arena y tomaban el sol tranquilamente. Los dos parecían aburridos pero Yachiru correteaba de un lado a otro chillando de emoción.

 —¡Ken-chan, Ken-chan!—volvió con algo en la mano para enseñárselo—. ¡Mira! ¡Un cangrejito!

Ikkaku reaccionó de inmediato y se protegió las nalgas con las manos. 

—¡Aleja eso de mí!—a Kenpachi no parecía hacerle mucha gracia encontrarse allí.

Yachiru volvió a corretear por todos lados y al momento volvió con algo más en sus manos.

—¡Ken-chan, Ken-chan! ¡Mira lo que tengo!

Todo el mundo allí presente se dio la vuelta para ver lo que tenía en las manos: una pequeña nota de papel escrita con una letra muy pulcra que dictaba así:

  «Si queréis salir de aquí debéis encontrar la silla de masaje».

Bleach - Pánico en la islaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora