𝟑𝟗

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Ya habían pasado unos cuantos meses de la boda y todo estaba de maravilla en el campamento

_ ¿Y dime te gusta la vida de casada? - pregunto Johana en la tienda de su amiga

_ Si es bastante más linda de la que tenía en Egipto – confeso la chica

_ ¿Y este hermoso niño como esta? - pregunto Yari quien tenía a Adom sentado en sus piernas

Aunque el pequeño no habla muy claro había comenzada a comunicarse mejor con sus padres y demás personas

_ El este de lo más feliz, más cuando viene a visitarlo Fineas o su abuela para jugar – contesta Anat por su hijo

_ Me alegro saber eso amiga, aunque a veces lo extraño en nuestra tienda – dijo abrazándolo

_ Si y a ti también Anat – hablo Noemi – Haces falta en nuestra tienda

_ También extraño nuestra tienda chicas a veces me siento muy sola con mi hijo aquí – les confiesa

_ Yo me siento sola todo el tiempo – susurra Johana – ¡Entonces vendré a verte más seguido amiga!

_ Serás siempre bienvenida – dijo con una sonrisa – Igual ustedes pueden venir cuando quieran

_ Bueno Anat ya tenemos que irnos – hablo Noemi levantándose – Nos vemos amiga

_ Nos vemos chicas cuídense – las despidió - Bueno Adom volvimos hacer solo nosotros - miro a su hijo - ¿Quieres un panecillo de mana?

_ Ma....na..na - balbuceo el niño

La joven destapo los panecillos le dio uno a su hijo observándolo mientras lo comía

Había llegado una caravana que buscaba a Radina y se asentaron en el campamento de los hebreos

Anat preferido quedarse en su tienda junto a su hijo para que no la abordaran de preguntas sobre el sacerdocio que dejo atrás

Su hijo se encontraba dormido y ella estaba doblando unas ropas de su marido hasta que entraron a su tienda Radina, Simut y Jerusa

El hombre se encontraba con sus ojos algo llorosos

_ ¿Ocurrió algo? - pregunto levantándose de su banco

_ Sabes que llego una caravana por mi hoy ¿es verdad? - hablo Radina

_ Si claro y seguramente debes estar feliz de volver a verlos – contesto la joven

_ Si y no sabes cuanto, pero mi antigua dama trajo una noticia muy triste de Egipto – decía lentamente la morocha – Anat, el sacerdote Pacer...

_ ¡¿Que tiene mi padre?! - pregunta algo alterada

La morocha miro a Simut el cual ella creía que era el óptimo para decirle la cruda verdad a la muchacha

_ Anat....tú sabes que tu padre desde que volviste al palacio me pedio que me encargue de ti...y antes de venir al desierto también me pidió que te protegiera y cuidara como una hermana – él se acercó a ella y sujeto su hombro – Tu..padre...falleció

Parecía que algo había detonado en la joven su mundo por un segundo dio un golpe contra la arena fría del desierto

_ ¡No...nono es verdad mi padre no puede estar muerto! - hablo ya soltando algunas lágrimas - ¡No mi padre no! ¡Dime que es mentira Simut te lo suplico! - comenzó a darle leves golpes en el pecho a su amigo

_ ¡Yo también quisiera que fuera una mentira esto! – abrazo a la joven

Ambos cayeron de rodillas al suelo soltándola lagrimas

AnatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora