Tren

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"Ella supo des del primer momento en que lo vio sentado en frente de ella en aquél tren que quería ser mas guapa para él, que quería ser mas lista para él, que quería ser especial solo para él. Ella lo único que quería era tener el valor suficiente para cruzar el vagón de tren en el que cada mañana iba y preguntarle su nombre.

Cuando él cogía el tren siempre se sentaba delante de ella, ni un sitio más a la izquierda, ni un sitio más a la derecha. Exactamente delante de ella. Des de que se habían visto por primera vez, los dos siempre se sentaban en el mismo sitio. Ella había empezado a subir a ese tren en concreto cuando el que solía usar se averió, y fue entonces cuando lo vio por primera vez, fue entonces cuando se enamoró perdidamente de él. Des de aquél momento siempre iba en ese tren aunque tardara más, solo para verle.

Ella intentaba llevar siempre ropa bonita para que él la viese, se arreglaba el pelo para que él la notase y así tal vez, solo tal vez, él se enamorara de ella perdidamente, tal y como ella se había enamorado de él. Estaba muy enamorada y con cada movimiento que él hacía ella suspiraba. Un día él la pilló mientras ella lo estaba mirando, ella apartó la mirada rápidamente y él también, los dos tenían sus caras rojas como los tomates. Ella se sentía tan bien porque su querido hombre la había mirado que apenas podía respirar de la emoción. A partir de ese día siempre cruzaban sus miradas, y un día, ella creyó reunir el valor suficiente para hablarle, pero no lo hizo ya que tubo que bajar, ella ya había llegado a su destinación.

Mientras bajaba del tren ella se cayó al suelo y él la ayudó a levantarse sin pensárselo dos veces. La chica, cuando levantó su mirada des del suelo para ver quién había ido a ayudarla, en seguida lo reconoció, era él, su amor de hacia muchos tiempo. El tren cerró sus puertas y siguió su camino dejándolo a él allí, con la chica. Esta lo invitó a su casa a esperar al siguiente tren y él aceptó la oferta. Los dos fueron a casa de la chica y allí ella se quedó embarazada.

A pesar de ese encuentro, donde ella se había quedado embarazada sin saberlo, los dos siguieron encontrándose día tras día de la misma manera que habían hecho hasta entonces. Mirándose a los ojos a través de aquél vagón de tren. Cuando pasó más de un mes ella se enteró de que estaba embarazada, pero cuando la mañana siguiente a enterarse fue a decírselo a él, porque sabía que el bebé solo podía ser suyo, no lo encontró en el tren. Ni tampoco lo encontró las siguientes semanas.

Pasaron más de siete meses hasta que lo volvió a ver y cuando por fin lo hizo, él parecía otro, más cansado, más derrotado. Ella escuchó su conversación con el hombre que iba a su lado y se enteró de que él había estado trabajando muy lejos, en algún lugar recóndito del mundo, en contra de su voluntad. Ese día ella solo le sonrió cuando él la miró sorprendido a ella y a su barriga. Aunque al final, ese mismo día, varias paradas antes de la suya, ella se hizo la idea de contárselo.

Ella se levantó, se acercó a él y pronunció su nombre en voz baja. Rápidamente se sintió muy tonta, tanto que quería que la tierra se la tragase, pero él se levantó a su vez y la tomó de la mano antes de decirle que aunque apenas la conocía, la había echado mucho de menos. Entonces ella le dio la noticia y él se puso muy contento. En ese preciso instante el tren entró en un túnel muy oscuro y ellos, como pudieron, se encontraron la cara con las manos y se dieron un apasionado beso en los labios. Cuando el beso terminó, él le dijo que la amaba y fue entonces cuando el tren, donde los dos se habían conocido y enamorado, chocó. Muchos pasajeros murieron en el acto, otros muchos quedaron malheridos. En el choque él hizo de escudo para ella, pero este murió. En cambio ella quedó inconsciente y muy malherida. Para cuando llegaron a socorrerlos, ya era muy tarde. Ella se estaba muriendo. La llevaron al hospital donde sacaron al bebé de su barriga, pero ella no sobrevivió a la operación, murió en la mesa del quirófano. Sus últimas palabras antes de morir fueron: "Salvad al bebé"."

Esta triste historia de amor llegó a mi gracias a que uno de los pasajeros habituales de ese tren escribía sobre esa pareja en su diario, también porque he ido preguntando a los supervivientes del accidente y a los médicos. Todos ellos me dieron la información por una sola razón: porque soy su hija, la hija de una trágica historia de amor.




Guardaos las lágrimas, nos vemos en la siguiente:)

Creer (o no) en el amorWhere stories live. Discover now