Extra 3: Estrellas

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Había algo especial en ese cerro, algo que nos atraía una y otra vez. Quedaba a las afueras de la ciudad, lejos del ruido y las luces, un lugar tranquilo donde el tiempo parecía detenerse. Era nuestro refugio, nuestro espacio compartido, lejos de todo y de todos.


Esa noche subimos hasta la cima en silencio, con la suave brisa de la montaña acariciándonos el rostro. Soobin caminaba a mi lado, un poco más relajado desde la última vez que había dejado salir su dolor, pero aún con esa tristeza que lo acompañaba. Yo estaba ahí para él, como siempre, pero sabía que la oscuridad dentro de él seguía presente.


Al llegar al punto más alto, nos sentamos juntos en la hierba, bajo un cielo despejado y lleno de estrellas. La vista era impresionante;  el mundo parecía tan pequeño desde allí, mientras las estrellas brillaban como un manto de luces infinitas.


—Siempre me ha gustado este lugar —dijo Soobin en voz baja, sus ojos fijos en el horizonte—. Aquí todo parece más... simple. Como si nada malo pudiera alcanzarnos.


Lo miré, observando el perfil de su rostro bajo la luz de la luna. Había una calma en su voz que no había escuchado en mucho tiempo. Sabía que, aunque las cosas no eran perfectas, estar en ese lugar, conmigo, le daba algo de paz, al menos por un rato.


Nos quedamos en silencio durante unos minutos, mirando las estrellas en el cielo. Era una de esas noches donde las palabras no eran necesarias. El viento soplaba suavemente, y el sonido lejano de la ciudad se mezclaba con la calma del cerro.


—¿Recuerdas la canción que escribiste para mí? —preguntó de repente Soobin, rompiendo el silencio, pero su voz no era triste; sonaba casi nostálgica.


Levanté la vista hacia las estrellas, recordando cada palabra de aquella canción. Había sido mi manera de decirle cuánto lo amaba, cuánto significaba para mí. Soobin siempre había sido mi musa, mi inspiración. Desde el momento en que nuestras vidas se cruzaron, sentí una conexión especial con él, algo que no podía poner en palabras, así que lo hice en una canción.


—Claro que la recuerdo —dije suavemente, sonriendo al pensar en esas letras—. ¿Quieres que la cante?


Soobin asintió, sin dejar de mirar las estrellas. No sabía por qué, pero esa noche se sentía diferente, como si las heridas del pasado estuvieran un poco más lejos, como si el presente fuera más importante que todo lo que habíamos vivido.


Comencé a cantar en voz baja, lo suficientemente suave como para que las palabras fluyeran con la brisa. Cada verso hablaba de nuestra historia, de cómo habíamos llegado el uno al otro, y cómo nuestras vidas se entrelazaban como las estrellas en el cielo. Era una canción de amor, pero también de esperanza, una promesa de que, sin importar lo que pasara, siempre estaríamos juntos.


Soobin cerró los ojos mientras escuchaba, su cabeza apoyada en mi hombro, sus labios curvados en una pequeña sonrisa. No decía nada, pero su silencio hablaba más que cualquier palabra. En ese momento, todo lo que habíamos pasado parecía valer la pena. Los malos momentos, las lágrimas, los miedos... todo se desvanecía bajo el manto de estrellas, mientras la música llenaba el aire.


Cuando terminé de cantar, dejé que el silencio volviera a ocupar su lugar. **Nos quedamos ahí, juntos, mientras el cielo oscuro brillaba sobre nosotros.** Había algo profundamente reconfortante en saber que, aunque el mundo a nuestro alrededor seguía girando, nosotros teníamos nuestro propio pequeño rincón de paz, en lo alto de ese cerro.


—Gracias por esa canción —dijo Soobin después de un largo rato—. Siempre me hace sentir que todo va a estar bien... aunque no siempre lo sienta.


Le apreté la mano, entrelazando mis dedos con los suyos.


—Todo estará bien, Soobin. Tal vez no lo parezca ahora, pero lo estaremos —respondí, mirándolo a los ojos, esperando que, esta vez, pudiera creerme.


Soobin me devolvió la mirada, y por un segundo, vi un destello de esperanza en sus ojos. Era algo pequeño, pero era un comienzo. Y eso era suficiente para mí.


Antes de que pudiera decir algo más, Soobin se inclinó hacia mí y me besó. Fue un beso suave, lleno de gratitud y cariño. Sentí su calidez, su ternura, y lo abracé más fuerte, sabiendo que, en ese instante, estábamos bien.


Nos quedamos allí hasta tarde, mirando las estrellas, compartiendo pequeños momentos de felicidad entre besos y abrazos. La oscuridad que había rodeado a Soobin parecía más lejana esa noche, y aunque sabía que el dolor no se iría del todo, por lo menos teníamos momentos como este para recordarnos que, a veces, el amor y las estrellas eran suficientes para darnos esperanza.

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𝐸𝑦𝑒𝑠 𝑜𝑛 𝑦𝑜𝑢 [𝑺𝒐𝒐𝒌𝒂𝒊] [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora